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Algunas sugerencias para un buen empalme

Conocido ya el triunfo contundente y claro de los nuevos gobernantes de Valledupar y el Cesar, Fredys Socarrás Reales, y Luis Alberto Monsalvo Gnecco, respectivamente, es hora de comenzar a pensar en el futuro de ambos entes territoriales, con proyección a los próximos cuatro años.
Pero antes de hablar de las próximas administraciones es necesario hacer unos comentarios sobre las que están por concluir. En primer lugar, debemos solicitar a los mandatarios salientes la conclusión de sus principales obras y acciones de gobiernos, como también que propicien los respectivos actos de rendición de cuentas, como debe hacerse en la administración pública moderna.
En esos actos de rendición de cuentas, sería bueno que, ante distintos sectores de la comunidad, los gobernantes salientes señalaran aquellas políticas, proyectos y programas que consideran se deben continuar – de manera prioritaria- por parte de las nuevas administraciones, con el fin de concretar la acción del Estado, en ambos niveles, en diversos frentes en los cuales la costumbre son los cambios permanentes y la falta de continuidad en los mismos.
Nos referimos, por ejemplo, a programas relacionados con sectores como los de salud, educación, protección social, obras públicas, etc, que no tienen y no deben sufrir ningún tipo de interferencia por el cambio de administración. En este sentido, es bueno evitar el síndrome de Adán, aquel del que padecen algunos funcionarios públicos que consideran ser los primeros en la solución a problemas que son viejos y sobre los cuales nadie se las sabe todas.
En segundo término, consideramos conveniente que, desde ya, las administraciones entrante y saliente inicien un proceso de empalme serio, armónico y articulado que permitan hacer un corte de cuentas, como lo ordenan distintas normas, y reconocer aquellos temas y programas, insistimos, que requieren continuidad y cuales implican cambios sustanciales y de fondo.
Este ejercicio, que muchas veces se desconoce en la administración pública, es esencial para la buena gerencia y en particular para la aplicación de los principios de buen gobierno, de los que tanto se habla en la administración del Presidente Juan Manuel Santos.

Tanto en el caso del municipio, como en el del departamento, es bueno que los nuevos mandatarios establezcan unas relaciones claras, institucionales, respetuosas, armónicas e independientes con los nuevos concejales y diputados, respectivamente, con fin el de crear el marco político adecuado para lograr unas buenas administraciones, sin que ese ambiente signifique que ninguno de los dos poderes pierda su independencia, según lo establece la Constitución y la Ley. En cada caso, ninguna de las dos corporaciones puede dejar de lado su misión de cogobernar y – a la vez- ejercer un control político al ejecutivo, según el caso.
Igualmente, consideramos un hecho positivo que ambos gobiernos arranquen con unas buenas relaciones institucionales, teniendo en cuenta que, en la actual coyuntura, es Valledupar la que necesita del apoyo económico y financiero del Departamento, que todavía pasa por un periodo de vacas gordas, a pesar de la nueva legislación en materia de regalías.
Y tanto el Municipio como el Departamento, requieren del apoyo y el trabajo incondicional de sus parlamentarios, para lograr un frente común que facilite un buen grado de atención del gobierno nacional que, hasta ahora, poco o ningún gesto ha tenido con Valledupar y el Cesar. La agenda de los problemas, en ambos niveles de gobierno, es ampliamente conocida y a las mismas nos referiremos en los próximos días. Son tantos los problemas y tan limitados los recursos que en los dos entes se requerirá de planes de desarrollo muy precisos y poco ambiciosos, pero que impacten los temas de la seguridad, infraestructura y lucha contra la pobreza y el desempleo, fundamentalmente. Pero, esa es harina de otro costal y a esos temas nos tendremos que referir en los próximos días.

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