El país ha vuelto a la dura realidad sobre el tema del desempleo. En efecto, transcurridos los efectos de la estacionalidad del último trimestre del año, por el tema de la navidad, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (Dane) la tasa de desempleo promedio nacional se ubicó en el 12,5 por ciento.
Además, la llamada tasa de desempleo urbano es decir la que mide el desempleo en las trece principales ciudades del país se ubicó en el 13,3 por ciento. Lo que ratifica la gran resistencia del desempleo estructural de la economía colombiana y debería representar un llamado de alerta para muchos sectores, pero principalmente para el gobierno nacional.
Vale la pena recordar que una de las metas económicas más importantes del gobierno de Juan Manuel Santos Calderón es bajar la tasa de desempleo a cifras de un solo dígito. Y las cifras de mediado y finales del año pasado permitían ser optimistas, teniendo en cuenta la buena tasa de crecimiento y otras buenas cifras de la economía nacional, entre ellas la inversión extranjera y las exportaciones.
Desde estas páginas, hemos insistido que en Colombia persiste un modelo de desarrollo con crecimiento económico, pero poco generador de empleo. Es un modelo intensivo en capital, reiteramos, por ejemplo en el sector minero, y no tan intensivo en mano de obra como sería lo deseable.
De allí que consideremos que el deber del Estado, y en particular del gobierno nacional, es estimular la inversión generadora de empleo en sectores intensivos en la generación de mano de obra, como es el caso de la vivienda y la construcción de infraestructura; los cultivos de ciclo corto, entre otras.
En este sentido, se podría pensar que van bien encaminadas las inversiones que se harán para reconstruir las zonas afectadas por el invierno, pero también estamos a tiempo de revisar las famosas locomotoras, es decir los sectores escogidos como líderes y que deben ayudar a impulsar a otros sectores.
El debate sigue abierto y – debemos insistir, era una crítica que le hacíamos al anterior gobierno nacional- en que se deben tener una serie de políticas proactivas y bien centradas en la promoción de nuevo empleo. Este es uno de los retos que tiene el Ministro del Trabajo, Rafael Pardo Rueda, quien ha venido promoviendo una serie de planes regionales de generación de empleo, que ojalá lleguen a la Costa Atlántica y – en particular- al Cesar.
Hemos dicho que el Estado y la sociedad colombiana, en su conjunto, están en mora de discutir una política integral, consistente y sólida en esta trascendental materia: fomentar la generación masiva de empleos. Y esa debería ser la prioridad de Pardo Rueda al frente de la cartera de trabajo.
Y en plano local, es decir pensando en Valledupar y el Cesar, insistimos en que es necesario fomentar programas que estimulen la generación de empleo, como la vivienda y en particular la de interés social, las microempresas y las famiempresas, que ya vienen surgiendo de manera espontánea en muchos sectores de Valledupar.
Pero, a mediano plazo, apoyamos la idea del Alcalde Freddy Socarrás de crear una nueva Secretaría encaminada a fomentar la economía popular urbana y rural, que trabaje estos temas, articulando a los sectores público y privado en defensa del empresarismo y la generación de nuevos negocios y puestos de trabajo.
Ratificamos que sin desconocer que este tema depende, en su mayor parte, de políticas macroeconómicas y estas son del resorte del gobierno nacional; somos partidarios de que los gobiernos locales, departamental y municipal, tengan programas serios, eficientes y transparentes que contribuyan, también, al fomento de la creación de empresas y por medio de estas el nuevo empleo.
En Colombia no se ha percibido que el desempleo es el problema económico y social más importante que tiene el país y es el gran lunar de una economía que, en otros frentes, sigue dando buenas noticias. La generación de empleo debería ser una meta de articulación del Gobierno Nacional, la empresa privada y también de los gobiernos locales.