“Hágase tu voluntad en la Tierra como en el cielo” dice Jesús en el Padrenuestro. Si esto es así, entonces deberíamos traer los valores del cielo a la Tierra. En el cielo las cosas no se extinguen. La sostenibilidad significa que no haces que las cosas se extingan. Y, sin embargo, eso es lo que hacemos, a especies enteras. Solo que no nos damos cuenta de ello a menos que escuchemos a los científicos que ayudan a explicar lo que la Creación no puede decirnos, aunque nos está hablando. Ese es el valor de la ciencia ayudarnos a entender lo que la Creación dice sobre sí misma.
Debemos poner atención a los que nos remite el apocalipsis, 11, 18 en su visión del final de los tiempos, el Apóstol Juan predice que Dios destruirá a quienes destruyen la Tierra, de modo, que tenemos la obligación moral de cuidarla, y vivir como si nuestra propia vida y nuestro propio futuro dependieran totalmente de ello. Tenemos que tener claro que las Escrituras no predicen un mundo que arde y desaparece, sino una Tierra refinada, purificada. La cuestión ahora, cuando nuestra especie está forzando los límites de tolerancia de la naturaleza, es si redunda en el beneficio nuestro y de nuestras especies hermanas de este planeta acelerar ese proceso. En otras palabras, cabe preguntarnos ¿estamos reduciendo nuestro número de habitantes lo bastante rápido como para salvarnos de la irreversible y posiblemente desastroso cambio del que nuestro mejores científicos están tratarnos de advertirnos? En el futuro podemos influir en el mundo de nuestros hijos y nietos por medio de lo que hagamos aquí y ahora.
El planeta es como una empresa que ha crecido más allá de sus medios y cuya cafetería es incapaz de alimentar a todo el personal, que se ha vuelto demasiado numeroso como para que se pueda pagar adecuadamente a todo el mundo como se merece. La Tierra no puede sustentar al actual número de seres humanos e inevitablemente, de una forma u otra, por tanto, dicho número debe reducirse. Lo ideal es una vida larga y saludable a todos los seres humanos que pueblan el planeta, para ello, debemos tomar el control nosotros mismos y reduciendo humanitariamente nuestro número reclutando a menos nuevos miembros de la especie humana para ocupar nuestro sitio o la naturaleza va a repartir infinidad de carta de despido.
Digamos finalmente que nos han dado este asombroso planeta con vastos recursos y unas increíbles dotaciones de energía, biología y agua, pero muchos de los recursos los estamos utilizando en la dirección equivocada y tenemos demasiada gente que quieren demasiadas cosas en un planeta cuya base de recursos se está empequeñeciendo. Entonces para esta Semana Mayor es menester reflexionar sobre nuestro cambio de aptitud y actitud frente a nuestro planeta.
*Especializado en gestión ambiental.