Pienso que el bien común y el desprendimiento deben estar muy por encima de los intereses personales. A nuestro país le ha llegado la hora de dejar en el olvido y en un rincón de nuestra geografía, los egos inflados y las vanidades de nuestros dirigentes a quienes les llegó la hora de la grandeza y del compromiso de pensar en grande con la idea fija que la revisión de los acuerdos con las Farc, no puede ser una negociación eterna.
Estamos en una especie de carrera contra el tiempo que tiene implícito el riesgo de que se rompa por la extrema fragilidad del hilo conductor. Los negociadores tienen claro el compromiso que no pueden ser inferiores al reto impuesto por un gran número de colombianos. Sabemos con claridad que la tarea de salvar el proceso no puede prolongarse más allá del 31 de diciembre. ¡Todos nos hemos ganado el derecho de tener una Navidad en paz!
Celebramos complacidos algunos ajustes y coincidencias que se han presentado en las recientes reuniones de los negociadores en La Habana, especialmente en lo relacionado con La Justicia Transicional, la reclusión, que el narcotráfico no sea conexo al delito político, que las Farc deben entregar la lista de sus bienes, las rutas y sus contactos en el extranjero con los que hacen negocios de droga, y la Corte Suprema debe ser siempre la última instancia.
Respecto a la Participación en Política, los responsables de delitos de lesa humanidad no pueden aspirar a cargos en el Congreso ni a la Presidencia de la República. Además, debe existir un blindaje jurídico del acuerdo de Paz y este no debe ser incorporado al bloque de constitucionalidad. Sobre el Desarrollo Rural y Tierras se debe precisar el alcance de la extinción de dominio por la vía administrativa, y los costos e implementación de los acuerdos de paz se deben especificar cuáles salen por rentas tributarias y no tributarias y cuántas por regalías y participaciones.
Los colombianos queremos un nuevo acuerdo mejorado, utilizando un lenguaje más sereno, sin dejar a un lado la firmeza, para buscar un consenso ciudadano que termine en un gran pacto cívico que signifique una mayor legitimidad. No será fácil la tarea de convencer a las Farc de las eventuales modificaciones, pero ellos deben entender que todos recibimos un gran mensaje directo el pasado 2 de octubre.
Tenemos buenas sensaciones ante la coyuntura histórica que se les presenta a los elenos con el inicio de las conversaciones de paz con el Gobierno el 27 de octubre en Quito, que ya tiene agenda definida en su fase pública.
Se espera una negociación rápida en razón que deben presentarse pocas diferencias a las conversaciones con las Farc y sobre el entendido que el acuerdo no será sometido a refrendación de los colombianos. Todos esperamos que este arranque abra la posibilidad cierta de que el país tenga por fin “una paz completa”. Las acciones positivas y el actual clima de paz que se respira, así lo están confirmando. ¡Ya estamos llegando, nos estamos acercando!