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Algo huele mal en Valledupar

En este debate electoral creo que a los candidatos a la Alcaldía y al Concejo de Valledupar se les ha olvidado tratar otro de los grandes problemas que engendra la falta de cultura ciudadana en esta ciudad, como lo es hacer las necesidades fisiológicas al pie de la estructura de un muro, detrás de una banca pública, en el rincón de una pared, en un andén o al pie de un árbol o muchas veces en las llantas de los vehículos; todo por la falta de baños públicos.

Es así como varios sitios de la ciudad, entre ellos la zona conocida como Miami y todo el entorno de la glorieta de la Pilonera, el parque lineal de Hurtado, plazas y las paredes que encierran numerosos conjuntos residenciales, de hecho se han convertido en los baños públicos de conductores, pasajeros y vendedores informales, quienes con poca prevención se bajan los pantalones y apuntan con sus regaderas humanas hacia estos sitios sin ninguna clase de asombro, generando gran incomodidad para el resto de transeúntes; unos porque no soportan el olor nauseabundo al pasar por esos lugares que obliga a llevarse la mano a la nariz y otros porque tienen que ver esas grotescas escenas que obliga sobre todo a las damas a voltear la mirada para otro lado, para no coger apunte y evitar la dentera.

A decir verdad, hoy la ciudad se ha convertido en un orinal público, esto sin contar los lugares que sirven como letrinas para hacer deposiciones; pues no hay ningún callejón en el centro que no presente malos olores, ya bien sea a orín o en el peor de los casos a heces fecales, creería que hasta las cantinas del sector popular del boliche huelen mejor. Ahora, pienso que todos alguna vez hemos tenido una necesidad de este tipo, pues somos humanos y no tenemos un cuerpo glorioso, pero esta condición no nos da el derecho para hacer chichí o popó en cualquier lugar y mucho menos irrespetar a la ciudad de esta manera.

Pero lo más preocupante del asunto es que esta práctica indecente y común para la gente, constituye un serio problema de salud pública; pues orinar a cielo abierto puede ser el foco de enfermedades como la parasitosis y la micosis, porque la orina se seca en la tierra, se convierte en polvo y con el viento se adhiere a los alimentos y trasmite esas infecciones.

De todo esto, lo que queda en evidencia es la falta de cultura ciudadana de un lado; para lo cual el camino a seguir es educar a la gente; la falta de autoridad, ya que estas prácticas se hacen bajo el asentimiento de las autoridades policivas de la ciudad, muy a pesar de que en el código Departamental de Policía se advierte que orinar en la vía pública es atentar contra la moral pública, además de contemplar una multa como sanción; y del otro, la falta de baños públicos, lo que hace apremiante la necesidad de construirlos y ojalá con un servicio gratuito, porque puede suceder que muchas veces la gente no tenga plata para pagar el servicio, pero sí muchas ganas, toda vez que estas nunca van a faltar.

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Carlos Guillermo Ramirez: