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Algo histórico

Es el primer presidente costeño de la Colombia contemporánea y el único de ideología de izquierda, hasta ahora, en llegar al solio presidencial, proeza que acaba de registrar en los anales de la historia el economista Gustavo Petro Urrego, activista del M-19, que supo capitalizar el malestar social de la época (19 de abril de 1970), por el burdo fraude electoral al general Gustavo Rojas Pinilla para montar a Misael Pastrana Borrero, que atenuó la violencia bipartidista Liberal-Conservadora, pero acentuó la corrupción.

Pero no nos enfrasquemos en tendencias partidistas, porque siendo sensato la mejor ideología es la excelencia del ser humano, virtudes que pueden girar tanto a la izquierda como a la derecha, lo demás es maniobra de engaño al elector, y un ejemplo de ellos son personajes como Nelson Mandela, presidente Sudafricano y nobel de paz que obró movido  por la razón y la lógica superior del perdón, sin apelar al odio y a la violencia; Pepe Mujica en Uruguay, ejemplo de transparencia y cátedra social a nivel mundial, y el mismo Alfonso López Pumarejo con su Revolución en Marcha.

Los Gilinski y Sarmiento Angulo no sienten temor por la llegada de Petro al poder, aquí los que lloran y temen son los pobretones que desprecian a los pobres y sufren el síndrome de doña Florinda: “no te juntes con esa chusma”, gracejo que corresponde al grafitero Humberto Ortiz. 

Revés similar podría configurar la estruendosa derrota del periodismo genuflexo, que riñe con la verdad y la ética de oficio, conforme el manejo asqueroso de la prensa, que toma partido por determinada campaña política y cae en el juego de la desinformación y la guerra sucia, en desmedro del verdadero papel del comunicador social como sostén de una democracia sana y funcional.

Y como todos los partidos políticos mueren al devorar sus propias mentiras, sepultada quedó la estratagema del miedo en torno a la expropiación, la perpetuación en el poder y la falsa estigmatización de ateo, de quien por el contrario fuera artífice de la libertad de cultos, plasmada en la Constitución del 91, para doblar la hoja y empezar a digerir propuestas del nuevo mandato, en lo que ha llamado el presidente electo el gobierno de la vida, cimentado en un gran acuerdo nacional con 3 ejes: la paz, la justicia social y la justicia ambiental.

Clamando respeto por la naturaleza y guiado por la ciencia, Petro habló con determinación sobre la necesidad de producir en el campo y el conocimiento para salvar la Amazonía como gran pulmón de la humanidad, lo que implica una transición a energías limpias en un planeta martirizado por los embates de la economía extractiva de minerales y metales, actividad lapidaria de los ríos y el ecosistema.

Percibiendo un esfuerzo asertivo, con certeza y punto de vista desde el equilibrio, e infiriendo que una democracia consiste en que nadie muera por sus ideales, el nuevo presidente de los colombianos reiteró que para ser potencia mundial de la vida y vivir sabroso, como lo expone Francia Márquez a sus “Mayoras”, es preciso citar a la francesa Julia Cagé, doctorada en Harvard en economía, quien sostiene que los pobres son los que pagan por una democracia que beneficia a los ricos, nunca ha favorecido a las mayorías sino a las élites, financiada con los impuestos que se le carga a la clase media y a los más insolventes, pirámide que se debe revertir.

Mucho se puede escribir sobre esta hazaña, sueños que no pudieron materializar prohombres como Jorge Eliécer Gaitán, Álvaro Gómez Hurtado, Luis Carlos Galán Sarmiento, Carlos Pizarro Leongomez y tantos que sería prolijo mencionar al sucumbir en la estrategia macabra de las viejas dictaduras militares: encierro, destierro o entierro.

Categories: Columnista
Tags: historico
Miguel Aroca Yepez: