Por Alberto Herazo Palmera
Comienza a agitarse el panorama político y comienzan los mismos payasos de siempre a presentar su nombre cuando ellos saben perfectamente que no tienen dos votos, ni siquiera el de su mujer.
Cada vez que escucho en los noticieros los posibles candidatos para Senado y Cámara, me da tristeza. No le voy a quitar a nadie el derecho a aspirar, pero antes de hacerlo, deben de autoanalizarse y ver primero si son capaces, y luego, si tienen una hoja de vida bien estructurada y sea posible impactar desde el inicio en un proceso de selección para que no se conviertan en los payasos, en la burla o el hazmerreir de la gente.
Es que resulta que aquí cualquier persona irresponsable llámese vallenato o no, se le da por lanzar su nombre al Senado y Cámara. Y yo sé que de estos nombres que he escuchado, si se echaran en una olla y se revolvieran no se hacen ni cinco. Y esa es la realidad, pues la mayoría de ellos no tienen ni remotamente el perfil ideal y profesional para ser candidatos. Así que señores (algunos) y ellos saben a quienes me refiero, no se hagan vanas ilusiones, para qué pierden su tiempo, ¿Será para complacer su ego? Muchos de ellos a quienes conocemos son de carácter desteñido, de personalidad imprecisa, nunca han tenido méritos de combatientes: sin embargo, lanzan su nombre inmerecidamente.
Algunos de ellos han salido embarrutados sin pena ni gloria de algunas posiciones ocupadas, otros han sido modestos funcionarios y nunca han dejado la huella de una impronta, otros de labia fácil, amigos de los juegos de palabras rebuscadas andan buscando como locos un espacio al narcisismo de su ego, otros quieren manejar desde ahora una vitrina y organizar un frenesí publicitario alrededor de su nombre.
Por eso me preocupan algunos nombres y de hecho hoy en día las calidades y la capacidad son la principal vara que se debe utilizar para medirlos. Bajo este panorama, el perfil es un espacio que sirve para describir al candidato ideal.
Y pasando a otro tema, tengo una listica de varios absurdos que indignan a los vallenatos, por falta de seriedad en las planificaciones, mala ejecución, burocracia, pleitos o simple negligencia (para no hablar de corrupción) los vallenatos tenemos que presenciar todos los días auténticos monumentos a lo “absurdo”.
Un amigo, Federico Mejía, me ponía la queja de estos escandalosos problemas: me decía que los vallenatos asistimos a un insólito espectáculo de varias obras inconclusas, entre ellas el Hospitalito que queda al lado de la Panadería Servipan, el Centro Comercial donde se pensaba ubicar a los invasores del espacio público, lote de IDEMA, la huequera de la Avenida Simón Bolívar que ya parece un colador, y podríamos agregar otros problemas como que la ciudadanía está desesperada con el desbordado tráfico y en verdad, los trancones desesperan.