Noviembre inició con aviso que terminaba el pico y cédula en Valledupar, parece hubieran abierto los corrales; todos a la calle en busca de nada, o en busca de todos. El que busca encuentra dicen. Siempre requerimos vigilancia en todo, así nos educaron, sobre avisos de multas y penas, y así seguimos. Todo lo que sea personal, desde cuidarse del sol y evitar cáncer en la piel, o fumar y evitar cáncer en los pulmones por traer dos ejemplos; alguien debe prohibir los excesos.
Prohibido probar unas de las frases de los estudiantes de mayo del 68 sigue viva. Las ciudades tienen sus caprichos, historias, identidades, son una mezcla de tantas cosas, y otras, tantas cosas de la misma mezcla, algunos le llaman civilización a ese ese capricho. Una canción, ‘El año pasado’, de Roberto Carlos, dice: yo quisiera ser civilizado como los animales. El canto en un himno a la ecología.
La historia cuenta, según H. W. F. Saggs, que ninguna invención ha sido más importante para el progreso humano que la escritura, Peter Charvát la llamó, la invención de las invenciones. Junto con la agricultura, se dice que es la más grandiosa de todos los tiempos. Nos dijeron que el siglo XXI era uno de los mejores de la humanidad, y miren que nos pasa en sus primeras dos décadas.
En 1946, Samuel Noah Kramer, descubriendo o interpretando las tablillas de arcilla sumerias, encontró al menos veintisiete “primeros históricos” por los iraquíes; entre ellos las primeras escuelas, el primer historiador, la primera farmacopea, el primer código jurídico, los primeros relojes, el primer arco arquitectónico, fueron los primeros en utilizar los jardines para obtener sombra y los primeros que recogieron fábulas y proverbios, literatura épica y canciones de amor.
También el primer calendario agrícola, los primeros relojes y el primer congreso bicameral, indicadores de lo que hoy conocemos como civilización; apareció desde que el hombre empezó a vivir en las ciudades, la ciudad es la cuna de la cultura el lugar en que nacieron las ideas más preciadas de la humanidad, pero al mismo tiempo los horrores mayores del actuar humano. La lista es larga.
Muchos siglos después Hobbes afirmó que el hombre es un lobo para el hombre. La Paz, esquiva desde siempre, ha convivido con la guerra como arte, y el dolor y las lágrimas siguen en cada paso, no como progreso humano, sino como hambre de la misma raza que llamamos civilizados. Principios como la solidaridad y la cooperación, tienden a perderse, siendo que fueron bases para que las ciudades se formaran agrupándose por seguridad, para supervivencia.
Desde que surgieron las cuatro armas poderosas de la antigüedad; el arco, la onda, la daga y la maza, el mismo hombre no ha hecho sino modernizarlas para ser más destructoras de vidas y en masa. El revólver de un tiro pasó a dos, luego cuatro, siete, nueve y hoy ametralladoras con cientos de balas y no para matar moscas…
Nos asombra que un ciudadano tenga que andar por la vida con 40 guardaespaldas, pero un simple bicho le tape la boca y lo mantenga encerrado por un tiempo.
Esta columna siempre será con un poco de humor, pero los tiempos siguen siendo difíciles y recordar la historia es otra advertencia. Tengamos fe, no sed de venganzas nuevas y antiguas. El pasado guerreros poderosos dejaron huellas, el presente debe mostrar hombres solidarios, en lo social, laboral, educacional y de paz que siempre inicia en casa. Después volveremos a reír, feliz jueves.