¿Alex Char, presidenciable?, es la pregunta que muchos se están haciendo en el país. Conscientes de las limitantes de sus propias ciudades, la mayoría de alcaldes del país, ven en Alejandro Char Chaljub, el referente de administración pública ideal, para transformar una ciudad y en especial una ciudad intermedia que tenga vocación de ser importante.
Para una mujer, menor de 30 años y profesional como yo, Alex es el ejemplo de hablar menos y de hacer más. A mí, como a muchos de mi edad, no nos gustan los parlanchines, los lenguaraz y mucho menos los charlatanes; es decir, los que hablan por hablar, que con discursos veintejulieros, pretenden administrar lo público. No queremos fanfarrones de guayaberas almidonadas, ni simples señorones de clubes o de salones que estén alejados de la realidad; tampoco queremos falsos humildes que posan de honestos. Queremos ejecutores, que terminen las obras en el tiempo, con calidad y que cuiden el recurso público; al margen de sí usan tenis, gorras y jeans. Que cada adición en valor y prórroga en tiempo tenga su justificación y no se vuelva una obra pública inacabable, como sucede con muchas de las que se hacen en el país.
La seriedad, no es un asunto sólo del vestir; Char es más serio que muchos que dicen serlo. El único disfraz de éste, es el de ejecutivo moderno que cumple y él mismo supervisa. Alejandro Char no es un hombre de escritorio, ni un personaje que se quedó pensando en la administración tradicional.
Char, hace y hace bien; planea y planea bien; ejecuta y ejecuta bien. Cambió a Barranquilla. Creó un sentido de pertenencia con la ciudad, que ha provocado que cada barranquillero crea y piense, que como ésta no hay dos. En un país de fanfarrones, éste Char, habla menos y hace más.
Claro que puede ser presidente, claro que merece que el país lo adopte y que la región caribe lo impulse. Este Char, por el contrario, proyecta e impulsa gente capaz y buena, con perfil técnico. Si este país tuviera varios Alejandro Char, posiblemente fuera distinto; y si cada capital costeña tuviera uno, seguramente sería mejor. Por Char hablan los indicadores y sus obras.
Me gusta y le creo a Char, con barba o sin barba, de jeans y de gorra o como quiera estar. La cabeza y la actitud es lo que importa. Este hombre, ha permitido que el país, vea en un costeño un ejemplo a imitar.
Sigue adelante Alex, es momento de ignorar la envidia. Sin arrogancia avanza.