Como quiera que lo mío es lo ambiental, desde hace más de 40 años y sin el propósito de buscar ruidos, nos vamos a referir en estos momentos en esta época lluviosa, diciendo evidentemente que esta condición ha sido devastadora para muchas partes del país, pero, desde hace años, casi lustros, no solo nosotros sino multitud de compatriotas venimos exponiendo serias inquietudes acerca de los padecimientos que debemos afrontar debido a la falta de prevención, y al no cumplimiento de la normatividad prevista en las leyes ambientales en pro de la naturaleza por respeto a la misma.
Varias veces por ejemplo, hemos insistido en la grave situación de algunas zonas del país, especialmente donde se ha venido realizando con el visto bueno de la autoridades, una intensa campaña de deforestación, de aniquilamiento de la capa vegetal para provecho de quienes explotan el negocio de canteras y ciertos cultivos en zonas inclinadas, formando simultáneamente tugurios en los alrededores de los centros de trabajo, porque además, son infrahumanas las condiciones de vida de los pobres obreros sometidos al imperio de quienes disfrutan de dudosas licencias expedidas por las autoridades, especialmente por las alcaldías.
SIN MEDIDAS PREVENTIVAS
En invierno las piedras y el lodo copan bastas extensiones de terrenos bajos de barrios populares, y, sin embargo, desde entonces hasta ahora nada se ha hecho para resolver dificultades ostensibles y así evitar nuevas tragedias de mayores proporciones, y como de costumbre se quedan en el tintero y las consabidas manifestaciones de los burócratas de turno en el sentido de que las autoridades tomarán drásticas medidas en contra de los violadores o personas que destruyen los recursos naturales, nunca resuelven las dramáticas perdidas, inclusive de bastantes vidas de inocentes ciudadanos desprotegidos del Estado.
CONSECUENCIAS NATURALES
Cada vez observamos peligros superiores y desenlaces peores que los presentados en años anteriores, es decir, los observamos con características muy desastrosas.
Tenemos la convicción de que mientras más se habla sobre esta referencia la recuperación es ninguna trayendo como consecuencia mucha agua contaminada que ocasionan epidemias.
SOLO LA CRUZ ROJA
Carecemos de las condiciones mínimas para efectuar operaciones de salvamento a pesar de la buena voluntad de la Cruz Roja sus posibilidades de ayuda son relativas; los bomberos cuentan con equipos rudimentarios, la policía no está preparada para eventos de avalanchas y riadas y peor aún, la ciudadanía es virgen en estas materias.
Además, digamos que en Colombia no hemos adoptado las medidas conducentes para corregir estos errores. Como existen abundantes ejemplos lo único que nos toca hacer es volver a reiterar angustiados que aquí en gran parte de las tragedias suceden por falta de previsión.
EL RÍO GUATAPURÍ
Ojo con la situación de la margen derecha del rio Guatapurí del que tanto se habla todos los días.
Nosotros tenemos claro que en Colombia las unidades de Gestión del Riesgo fueron creadas para mantenernos informados sobre los riesgos de desastre, y claro, esto con el propósito de generar estrategias de reducción y respuesta a las emergencias en el territorio nacional, es decir, se buscaba con él la protección de carácter permanente ante los desastres con el fin de evitar que se causen daños, destrucción y víctimas, pero fíjense ustedes, que estas unidades creadas para prevención casi que no operan y como hemos dicho antes, cada día son mayores los desastres en el ámbito nacional; a esta entidad se le ha dado el nombre de Sistema Nacional para la Prevención y Atención de Desastres (SNPAD) a través de la Ley 1523 del 2012.
En resumen, todo se presenta por no cumplir los lineamientos que se establecen para que nuestras actuaciones humanas no vayan más allá de las leyes naturales.
Ya estamos advertidos que la naturaleza sin hacer mucho ruido pasa cuenta de cobro cuando le son violadas sus condiciones.
POR HERNÁN MAESTRE MARTÍNEZ/ESPECIAL PARA EL PILÓN