Tal como lo habíamos anunciado recientemente en estas mismas líneas, según los informes del Ideam, por estos días las lluvias continuarán y con mayor intensidad como consecuencia del paso del fenómeno de El Niño.
A nuestra sala de redacción han llegado muchas imágenes de video y fotografías sobre el ímpetu del caudal de los ríos Guatapurí y Cesar, las cuales son enviadas por las comunidades que de una u otra forma sienten el impacto de esas crecientes.
Si bien nuestros ríos son considerados joyas naturales y fuentes vitales de vida para las comunidades que los rodean, en estos precisos momentos se han convertido en una preocupación constante debido a las crecientes amenazas de inundaciones. Estos afluentes, que surcan territorios en varias regiones del Cesar, no solo proveen recursos hídricos para el consumo humano, la agricultura y la vida silvestre, sino que también son testigos de una situación alarmante siempre que se presentan olas invernales.
Es entendible que las inundaciones son un fenómeno natural en la dinámica de los ríos, pero cuando se vuelven recurrentes y desbordantes, que es lo que podría causar el fenómeno de El Niño, la vida y los medios de subsistencia de las comunidades aledañas se ven gravemente afectados. Los patrones climáticos cambiantes, la deforestación, la falta de una planificación adecuada en el uso de la tierra y el desarrollo urbano descontrolado son factores que han exacerbado esta situación.
Si no se toman medidas preventivas, las consecuencias de estas inundaciones serían devastadoras: daños a la infraestructura, pérdida de cultivos, desplazamiento de comunidades enteras y un impacto ambiental negativo que repercute en la flora y fauna de la región, incluso hasta pérdidas humanas como acaba de ocurrir en el río Guatapurí, donde un paseo familiar terminó en tragedia con la muerte de una mujer.
Se sabe con antelación que, en el departamento del Cesar, las familias que viven a lo largo de estas vías fluviales a menudo se encuentran indefensas ante la furia de las aguas, viendo sus hogares y medios de vida arrasados en cuestión de horas.
Es imperativo abordar estas amenazas de manera integral y urgente. Se necesitan medidas tanto a corto como a largo plazo para mitigar el impacto de los crecientes del río Guatapurí y río Cesar. Esto implica un enfoque multidisciplinario que combina la acción gubernamental, la participación comunitaria y también la colaboración entre los gobiernos de los municipios ribereños de nuestras propias cuencas hidrográficas como también los del río Magdalena.
Además, se debe tener en cuenta que estas crecientes súbitas serán luego reemplazadas, como se acaba de declarar oficialmente, por el fuerte, seco y más alarmante verano del fenómeno de El Niño, a partir de finales de noviembre.
En primer lugar, es vital implementar planes de gestión de riesgos que incluyan la creación de infraestructuras resilientes, sistemas de alerta temprana y la reubicación planificada de las comunidades en zonas de riesgo. La educación y concienciación pública sobre cómo actuar en caso de emergencia son también fundamentales.
Además, se requiere una estrategia ambiental integral que promueva la reforestación, la conservación de humedales y la restauración de ecosistemas ribereños. La preservación de estas áreas no solo ayudará a mitigar las inundaciones, sino que también contribuirá a mantener la biodiversidad y la calidad del agua.