Todos sabemos que Alejo, el ‘negro grande’ de El Paso, fue desde sus primeros años de vida un hombre campesino y dedicado a las tareas pastoriles del ganado cimarrón que había que llevar desde las sabanas de las haciendas Las Cabezas o Mata de Indio hasta los playones de Chimichagua o Potrerillo.
Tal vez esa sea la razón por la que Alejo Durán es el interprete de nuestra música vallenata, que, sin temor a equivocarme, le ha compuesto y cantado más a ese hermoso y gigantesco felino tan respetado por los campesinos, llamado tigre. A eso el doctor Ciro Quiroz Otero llama en su libro ‘Vallenato, Hombre y Canto’ el zoomorfismo y antropomorfismo en el vallenato.
Alejo siempre comparó a los hombres mujeriegos con los tigres, de hecho, él mismo se reconocía como un tigre. Cuando Alberto Salcedo Ramos lo entrevistó en su casa de Planeta Rica para la obra Diez Juglares en su patio, esto le dijo al respecto: “Cuando uno se enamoraba de verdad era un tigre, oyó, un tigre que perseguía a la dama por donde fuera. La olía a lo lejos. La llamaba con el silbido y si la cosa se ponía muy difícil, entonces uno se tiraba a fondo, a buscarla en cualquier rincón”.
Uno de los trabajos musicales de larga duración de Alejo Durán fue titulado ‘El Tigre’, el cual contiene un paseo de la autoría de Julio Erazo Cuevas, que lleva ese nombre y fue grabado en Discos Fuentes en el año 1971. Pero Alejo también grabó ‘El Tigre de la Montaña’, ‘El Tigre de la Pacha’, ‘El Tigre de Punta Brava’, ‘El Tigre Guamero’ y el ‘Tigre de Chimichagua’, y tal vez se me escapa algún otro tigre.
Me quiero detener un poco en cómo nace la canción ‘El Tigre de Chimichagua’, anécdota contada en la reciente obra escrita por Antonio Cacua Prada, sobre la vida del político más importante que ha tenido Chimichagua en toda su historia: Cerveleón Padilla Lascarro. Allí se cuenta que el abogado Félix Hoyos Lemus narra el suceso que dio vida al apodo de ‘Tigre de Chimichagua’, que le puso Alejo a ‘Don Cerve’ como cariñosamente le llamaban a Cerveleón. El asunto nace como una forma de Alejo para burlarse del alcalde de esa población en ese momento, don Luis Roberto León, a quien le llamaban ‘El Tigre de Torrecilla’.
“El contexto de esta canción, según la tradición oral, es que Alejo Durán Díaz tuvo relaciones intimas con una señorita del pueblo, bajo promesa incumplida de matrimonio, lo cual en aquellos tiempos tipificaba el delito de estupro. Don Cerveleón Padilla Lascarro era autoridad del municipio y libró orden de captura contra Alejandro Durán, pudo ser que esta orden de captura la expidiera bien el alcalde León o el mismo Cerveleón Padilla, siendo Juez Promiscuo Municipal de Chimichagua”.
Recientemente se habla de otro tigre de Chimichagua, pero dicen que ahora vive en Valledupar. Lo cierto es que para nadie es un secreto y también se lee en el libro que el negro Alejo con las mujeres era un verdadero tigre.
COLOFÓN: En cada uno de nuestros pueblos del Caribe colombiano había un tigre de dos patas, la mayoría quedaron sin dientes y sin colmillos.