El acordeonero Gilberto Alejandro Durán Díaz, quien nació el 9 de febrero de 1919, hace 105 años, protagonizó un memorable episodio en el Festival de la Leyenda Vallenata del año 1987, primer Rey de Reyes, cuando en la final en medio de la ejecución de la puya de su autoría ‘Pedazo de acordeón’, declaró que el mismo se había descalificado. En otras palabras, ofició como jurado de su propia interpretación.
Eso sucedió en la plaza Alfonso López, tarima Francisco El Hombre, la noche del 29 de abril del mencionado año, cuando dejó de tocar su acordeón exactamente a los 17 segundos de haber comenzado. Entonces, se acercó al micrófono y con la sinceridad que lo caracterizaba, expresó: “Pueblo, me ha acabado de descalificar yo mismo”.
La sorpresa fue general del público y especialmente del jurado que integraban Lorenzo Miguel Morales Herrera, Gustavo Gutiérrez Cabello, Ovidio Granados Melo, Hugues Martínez Sarmiento y Armando Zabaleta Guevara, quienes ante sus palabras le pidieron volviera a repetir el aire de puya.
En ese sentido, el cantautor Gustavo Gutiérrez Cabello, al respecto indicó: “Esa vez me sorprendió la sinceridad de Alejo Durán porque eso fue casi imperceptible. No sé si fue por demasiado rigor por cumplir las normas del festival, pero con los compañeros del jurado le pedimos que siguiera haciendo la interpretación, asunto que rechazó al principio, después aceptó y terminó aplaudido”.
A su vez, el célebre acordeonero Ovidio Granados, recordó sobre el particular. “Alejo era de una sola pieza. Eso lo dijo y de ahí no lo sacó nadie que había fallado en los bajos al tocar la puya. Un momento no esperado porque fue rápido y no se notó mucho. Al final se convenció para que volviera a tocar el acordeón y lo hizo con su autenticidad característica al lado de sus acompañantes”, señaló Granados.
Por su parte, Luis Armando Alandete Ortega, quien oficiaba como presentador del evento, al lado de Jaime Pérez Parodi, contó lo que pasó en ese momento ante la declaración inesperada de Alejo Durán: “Que honor haber estado durante 25 años en el Festival Vallenato, y justamente me correspondió la presentación del maestro Alejo, porque con Jaime Pérez tomábamos uno y uno. Cuando él inició a tocar el cuarto aire, la puya, de un momento a otro cerró su acordeón, y con su voz fuerte dijo que se había descalificado”.
Siguiendo con su relato anotó: “Todos quedamos callados y hasta sorprendidos porque esto nunca había sucedido que un concursante en tarima dijera algo así, y menos por parte de un acordeonero veterano con toda la experiencia. Aunque también pudo haberse equivocado y pisar el botón que no era. También, llegué a pensar que era un problema de sonido y le pedí al técnico Omairo Oñate, que revisara, como lo hizo”.
Al final el jurado entregó su veredicto dando como ganador a Nicolás ‘Colacho’ Mendoza Daza, quedando para la historia ese hecho de honestidad folclórica del maestro Alejo Durán.
Después ‘El Negro’ Alejo, en el acto de premiación volvió a demostrar su calidad humana al ponerle la corona al primer Rey de Reyes Nicolás Elías ‘Colacho’ Mendoza, y felicitarlo por el importante triunfo.
Pasados varios días del evento Alejo Durán regresó a Planeta Rica, Córdoba, población donde vivió por muchos años, siendo recibido con honores y hasta le pusieron una corona simbólica. Incluso, a su casa le llegaron cientos de telegramas felicitándolo por su honestidad.
Así era ese magdalense de nacimiento, cesarense por decreto y cordobés de corazón, quien nunca se tomó un trago de ron, porque supo darle manejo a sus emociones, siendo el amor su mayor fortaleza, el que muchas veces dibujó en el amplio territorio costeño.
‘La Cacica’ exaltó a Alejo Durán
Consuelo Araujonoguera fue la primera periodista que le hizo una entrevista a Gilberto Alejandro Durán Díaz, el día siguiente de haberse coronado como Rey Vallenato en el año 1968. Lo pintó de pies a cabeza y le dijo al mundo que se estaba ante una gloria con un acordeón al pecho.
Así escribió: “Cuando Alejo Durán se subió a la tarima al lado del amplio rectángulo de la plaza Alfonso López, fue cuando tuvimos la noción exacta de que el Festival de la Leyenda Vallenata había comenzado, y comenzado bien. Dos noches después en la gran final, ’La cachucha bacana’, ‘Elvirita’, ‘Alicia adorada’ y ‘Pedazo de acordeón’, fueron apenas la notificación musical de la apoteosis colectiva que desde entonces lo consagró para siempre en el afecto y la devoción de la gente”.
Continuando con su relato anotó: “A partir de ahí se levantó uno de los más grandes mitos vivientes del vallenato y comenzó a gestarse esta leyenda blanca que envuelve al Rey Negro. De ese 30 de abril de 1968 en adelante, la gloria comenzó a rodar alrededor de ese hombre humilde y sencillo, quien al solo golpe de sus dedos prodigiosos sobre el teclado vió su sencillez convertida en fama y su humildad trocada en grandeza. Desde ese momento, Alejo Durán y el Festival de la Leyenda Vallenata formaron una simbiosis perfecta, un dúo sentimental, una relación tan profunda y certera que no se puede analizar el uno sin el otro, ni referirse a la persona sin hacer mención obligada del certamen”.
El hombre humilde quien sólo pidió que le llevaran al cementerio su pedazo de acordeón, que cada canción en su mayoría era una carta de amor dirigida con nombre propio, sigue vivo a través de su ejemplo y obra musical que como los aguaceros de su pueblo, El Paso, se resisten a escampar porque con la fuerza de su voz desde el cielo siempre le canta a su pedazo de acordeón.
Por Juan Rincón Vanegas
@juanrinconv