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Alejandra Izquierdo resalta el papel de la mujer indígena campesina

Alejandra Izquierdo Cujar. Foto: Leonardo Alvarado.

Alejandra Izquierdo Cujar es de la etnia arhuaca, con 23 años de edad cursa sexto semestre de ingeniería industrial en la Universidad de Santander, UDES, y se ha destacado por implementar programas en pro de la comunidad.

Actualmente Alejandra es líder de un grupo de investigación dedicado a trabajar en temas orientados a la mujer, el relevo generacional, la equidad de género y el comercio justo. Ella participó en el foro Women Working for the World que recientemente se realizó en Bogotá.

En su ponencia destacó la labor que viene realizando su organización Anei, mediante la implementación de programas y proyectos sostenibles que garantizan el cuidado y conservación de los recursos naturales, que mejoran las condiciones de vida y el legado ancestral de esta cultura.

Izquierdo Cujar liderará un foro el próximo 11 de marzo en conmemoración del día de la mujer para motivar a otras mujeres y explicar la importancia de esta fecha. El evento se llevará a cabo en la UDES Valledupar.

EL PILÓN: ¿Cuál fue la propuesta de Alejandra en el foro Women Working for the World?
Alejandra Izquierdo: Yo salgo con una propuesta de que no es solamente criticar sin dar una solución al problema. La idea desarrollar proyectos así sean pequeños, pero que pueden generar un impacto social y de empoderamiento de la mujer. Cuando yo empiezo a hablar toda la gente cambia el concepto.

Nosotros creamos un semillero de investigación con la Universidad de Santander, tenemos 33 alumnos de ingeniería industrial donde estamos generando proyectos de investigación enfocados a mejorar la calidad de vida de la caficultora orgánica. Cómo generamos ese impacto para que la gente quiera y ame lo que está haciendo y también el tema es como empoderamos a la gente de todos esos procesos.

¿Qué tiene que ver la caficultura orgánica con el empoderamiento de la mujer?
En la empresa que yo trabajo que se llama Café Anei y que lleva 21 años exportando café de la Sierra Nevada de Santa Marta, es donde yo empiezo a hacer mi proyecto piloto de programa de mujeres, fortaleciendo la parte cultural y sin perder el respeto por la madre tierra. En la caficultora orgánica yo veo un modelo económico.

Este proyecto integra a 700 familias indígenas de cuatro etnias: arhuacos, koguis, kankuamos, wiwas y campesinos de esta región, productores de cafés orgánicos especiales bajo una filosofía de agricultura ecológica sostenible y promoviendo la permanencia cultural de las comunidades indígenas y campesinas de la zona.

¿Cómo fortalecer a la mujer sin dejar a un lado la parte cultural?
Empezamos con capacitaciones a las mujeres, dándoles ejemplo de mujeres que han sido líderes y que han llevado procesos donde anteriormente no creían y hoy día han sido ejemplo. Las motivamos para que se den cuenta de la importancia del tema.

Hacemos capacitaciones técnicas para que aprendan que este trabajo no solo era para el hombre sino que ellas también podían hacerlo. Como nosotras de alguna manera tenemos más tacto para ver la planta, hablarle, cantarle y esto genera unas características más especiales a la planta que de pronto antes no nos dábamos cuenta. Es como tener un hijo y eso genera un valor agregado reflejado en la remuneración del trabajo de estas mujeres. Ya sacan su café y lo venden. Son mujeres indígenas y campesinas de Pueblo Bello.

¿Cómo nace este proyecto?
Esto lleva siete meses. Empezamos con 15 mujeres y poco a poco fue creciendo. Hoy ya son 201 mujeres que se han vinculado y pensamos sacar un café especial de la mujer.

¿Cómo ha sido la experiencia?
La idea es compartir con la gente, esto permite el fortalecimiento de las participantes. Contamos con el apoyo de Café Anei que beneficia a 700 familias del Cesar y La Guajira. El 80% de la planta de trabajo somos mujeres.

Además son mi gente y todos somos una familia y entre más estoy con ellas más me enamoro del proyecto.

Las mujeres por ser madres, por tener esa capacidad de un sexto sentido, somos fuente de luz. Los mamos dicen que es la época de la mujer, de la luna; es tiempo de enfriar la tierra porque muchos años estuvo el sol y no pudo apropiarse de estos procesos para tener todo en equilibrio.

Es la época para que la mujer estructure y guíe los procesos. La mujer tiene ese sentimiento y lo logra plasmar en lo que toca, de pronto el hombre no tiene esa misma sensibilidad. Se necesitan iniciativas de este tipo porque uno quiere algo tiene que hacerlo con el corazón.

Andreina Bandera / EL PILÓN
Andreina.bandera@elpilon.com.co

Categories: Entrevista
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