Elogios de muchos musicólogos y folcloristas de diferentes latitudes ha recibido la música vallenata y no es para menos, ya que el pasado primero de diciembre el Comité Intergubernamental de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), compuesto por 23 países, le reconoció la importancia que ha ganado tanto nacional como internacionalmente.
Dicho Comité incluyó a la música vallenata autóctona en la privilegiada lista del patrimonio inmaterial que necesita medidas urgentes de salvaguardia. A tiempo la UNESCO le ha lanzado este salvavidas, porque los nuevos músicos de música vallenata la vienen desvirtuando y ya han llegado a tal punto, que al escucharla no se sabe que género musical interpretan.
Los colombianos amantes de la música vallenata tradicional, en especial los oriundos de los departamentos de la costa del mar Caribe, estamos plenamente regocijados con la decisión de la UNESCO, cuyo propósito no es solo que la música vallenata conserve sus cuatro ritmos, su idiosincrasia y composición poética, sino incentivar a nivel nacional e internacional su divulgación, pues si no se difunden corren el riesgo de desaparecer, ya en los medios de comunicación cada vez se escuchan menos la Puya, el Son y el Merengue, y el Paseo es una mescolanza de otros ritmos con letras sin ton ni son.
Al alcalde Fredys Socarrás Reales le han llovido protestas por el montaje de ciclo rutas sobre la carrera novena y la calle 17. Creo que sus críticos tienen razón, comenzando porque en Valledupar no hay cultura de andar en bicicletas, por ende no se justifica molestar a la mayoría de su gente por facilitar la movilidad de una minoría.
He escuchado declaraciones del Secretario de Tránsito explicando que dichos tramos de ciclo rutas no son improvisaciones del alcalde, sino el acatamiento de un estudio realizado por la Universidad Nacional. La verdad es que estudios como este deben hacerlos personas conocedoras de las costumbres y realidades locales, de lo contrario ocurren situaciones controvertibles, tal como el estudio realizado por investigadores de la Universidad Autónoma del Caribe y especialistas del Centro Nacional de Consultoría, cuyo resultado es que Valledupar es la ciudad más cívica de la región Caribe colombiana, si aquí pulula el irrespeto a las normas de convivencia, la falta de sentido de pertenencia, la intolerancia, la invasión del espacio público. En fin, en Valledupar abundan los vándalos por doquier, destruyendo todo por donde pasan.
A pesar de que el alcalde Fredys Socarrás Reales es víctima del estudio de la Universidad Nacional, considero que no deben estigmatizarlo como mal alcalde, porque aunque encontró a la ciudad sin recursos, ha realizado grandes obras, por ejemplo, las casas gratis, la Avenida Sierra Nevada, la avenida hacia el Colegio Rodolfo Campo Soto de Comfacesar, que mejoran la movilidad en ese sector. Ha disminuido el mototaxismo que pone en peligro la vida de sus usuarios, de peatones y de los conductores de automóviles. Además alfabetizó a muchos analfabetos, llevó gas natural a corregimientos y sitios habitados por gente pobre, entre otras obras sociales que no son visibles.