En un periodo de 30 años han irrumpido con mucha fuerza el crecimiento poblacional, la globalización de la economía y la crisis climática. En Valledupar, estos acontecimientos han sido enfrentados por dirigentes políticos sin visión, ambiciosos y vanidosos, y con sello propio para certificar mayor incredulidad por la actividad política y desconfianza en la gestión gubernamental.
La inobservancia o la ignorancia supina o creer adrede que la ciudad es todavía de casitas de bahareque y no un sistema en constante evolución, ha sido una constante en los exalcaldes de los últimos 30 años que ha tenido Valledupar, ni siquiera el desarrollo tecnológico y las posibilidades que brinda la interconectividad han sido suficientes para comprender las necesidades del territorio y las tendencias desarrolladas a nivel global en materia de movilidad, transporte, seguridad y crecimiento poblacional. Esa herencia la disputa el alcalde Mello Castro.
Varios autores investigadores de desarrollo urbano coinciden en que las ciudades están en una encrucijada y se enfrentan a desafíos históricos planteados por el crecimiento demográfico, el cambio climático acelerado, la creciente desigualdad y con demasiada frecuencia una habitabilidad deficiente.
Valledupar está inmersa en esa encrucijada. Es una ciudad con evidentes características de fragilidad urbana y con desafíos inmediatos, padece por las debilidades inherentes a los procesos de rápida urbanización, desigualdad, pobreza, desempleo, problemas con el patrullaje policíaco y falta de seguridad. Este último indicador presenta una evolución progresiva y significativa.
Los habitantes de Valledupar están acorralados, los delincuentes andan al acecho, ni siquiera las rejas logran disuadirlos, no distinguen condición social de las víctimas y es un peligro sentarse en las terrazas de las casas, la inseguridad acabó con esa tradición.
La inseguridad es un indicador colectivo que describe el clima social en que discurre la vida urbana en las ciudades. Joseph Stigtliz considera que existe una relación entre economía y violencia. La solución al problema es compleja, por sus razones multicausales, sin embargo, el progreso de la ilegalidad se hace insostenible ante la permisividad del Estado.
La condición multicausal de la inseguridad ha sido tratada por los gobiernos de Valledupar, con solicitudes de mayor pie de fuerza y con la implementación de la Policía metropolitana. Ambas estrategias siguen a la espera, mientras la inseguridad recrudece con sofisticación y con signos de delincuencia organizada. Como las variables o causas también son inobservadas, entonces surge la idea habitual y cerebral de restringir el uso de las motos.
Alcalde Mello Castro hay que reorientar la estrategia, está fallando, no minimice ni desoriente el problema y rodéese de gente que lo ayude a gobernar mejor, no incurra en el cálculo político y mecánica electoral. Con determinación es menester crear un bloque de búsqueda para desmantelar las bandas y las ollas de microtráfico que operan en la ciudad, blindar con el ejército las entradas de la ciudad, robustecer el aparato tecnológico del centro de monitoreo, evaluar las labores de inteligencia, aplicar las distintas clases de patrullaje de la policía, particularmente, en sectores identificados con estimaciones altas de ilegalidad (para eso es la dotación), crear frentes de seguridad en los barrios con sirenas o alarmas y mantener comunicación directa y efectiva con los cuadrantes de la policía, con el fin de fundar confianza y apoyo de la ciudadanía. Tenga en cuenta que una ciudad segura es susceptible de progreso.
Por Luis Elquis Díaz