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Alabado seas, mi Señor

Teniendo en cuenta la precaria y crítica situación que vive en estos momentos el planeta Tierra, ha despertado en el Sumo Pontífice Francisco su profunda atención, no sin antes advertir que algunos de sus antecesores ya habían auscultado el tema y habían hecho sus respectivos pronunciamientos a través de diferentes escritos como lo podemos apreciar en el recorrido de este artículo.

La Carta encíclica Laudato Si, del Santo padre Francisco sobre el cuidado de la casa común basado en uno de los hermosos canticos del connotado ecologista San Francisco de Asís en donde nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: “Laudato Si, mi signore (alabado seas, mi señor), por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba”.

Apunta el Santo Padre que esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que “gime y sufre dolores de parto”. Olvidamos que nosotros mismos somos tierra. Nuestro propio cuerpo está construido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura.

Hace más de cincuenta años, cuando el mundo estaba vacilando al filo de una crisis nuclear, el santo Papa Juan XXIII escribió una encíclica en la cual no se conformaba con rechazar una guerra, sino que quiso transmitir una propuesta de paz. En dicha encíclica se dirigió a cada persona que habita este planeta frente al tema del deterioro ambiental global e intentó especialmente entrar en dialogo con todos acerca de nuestra casa común.
Posteriormente en 1971 el beato Papa Pablo VI se refirió a la problemática ecológica, presentándola como crisis, que es una consecuencia dramática de la actividad descontrolada del ser humano, debido a una explotación inconsiderada de la naturaleza (el ser humano) corre riesgo de destruirla y de ser a su vez víctima de esta degradación.

Por su parte San Juan Pablo II se ocupó de este tema con un interés cada vez mayor. En su primera encíclica advirtió que el ser humano parece “no percibir otros significados de su ambiente natural, sino solamente aquellos que sirven a los fines de un uso inmediato y consumo”. Sucesivamente llamó a una conversión ecológica global. Pero al mismo tiempo hizo notar que se pone poco empeño para “salvaguardar las condiciones morales de una autentica ecología humana”.
En su momento Benedicto XVI renovó la invitación a “eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial y corregir los modelos de crecimiento que parecen incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente”.

Hernan_Maestre_Martinez: