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Al rojo la política: Muvdi, con responsabilidad… penal

Esto se calienta: a 40 días de elecciones un gran competidor parece salir del ruedo. Precisamente aquel que se proyectaba más amigo del Gobierno Nacional, cuyo partido, el liberal, es principal aliado de la llamada “Unidad Nacional”.

Más que afín de sus políticas, de la paz, temas que no interesan a los políticos del departamento, venía fungiendo como el más privilegiado en puestos y asignaciones presupuestales directas, práctica denunciada por el ex presidente Uribe como “un trueque criminal”.

El listado de esos gajes es de fácil consulta, disponible en google y en redes sociales. Iniciaba su campaña con decisión, con despliegue publicitario -¿no hay un límite para los gastos electorales?- y había logrado consolidar su liderazgo dentro del Partido y el afecto de su jefe, Simón Gaviria.

Las decisiones de la mayor instancia, la Corte Suprema de Justicia, vienen quebrando los liderazgos políticos regionales y generando cambio de caras. En Magdalena en estas justas (a excepción de Raúl Vives) no hay candidatos raizales al Senado.

En La Guajira la captura del gobernador ‘Kiko’ Gómez, generó turbulencia. En el Cesar, jóvenes, con prometedora proyección nacional, como Álvaro Araujo Castro y Mauricio Pimiento, entre otros, fueron defenestrados, por la relación con las autodefensas, que hoy envuelve a Muvdi.

Podrá ser absuelto, según las pruebas y el criterio de la Corte, pero una decisión de llevarlo capturado a Bogotá, en plena campaña, con el perjuicio y el descrédito que le generan, daría a entender que la acusación es grave.

Los otros candidatos y seguidores en el departamento esperan lógica definición, albergan esperanzas para no desandar lo andado. Es compleja su situación de continuar capturado Muvdi, pues no son posibles los cambios de los inscritos.

La generación de nuevos dirigentes políticos del departamento, signados por el mutismo intelectual, con excepciones (un Félix Valera, un Juan Manuel Campo, que no vuelve al Congreso), desarrollan un patrón conductual: se aferran a los puestos, contratos, obras y servicios, que otorgan los tres principales factores de poder: el gobierno Santos, la Gobernación o la Alcaldía.

Con la eventual salida de Muvdi empieza a afectarse ese maridaje clientelista. Y más, la de los políticos que buscan el poder por orgullo personal y hacen servicios interesados económicamente.

Nos preguntamos por qué la política se ha convertido en instrumento de enriquecimiento personal.
En el viejo Partido Liberal que hace 25 años, enfrentados, dirigían Pepe Castro y Alfonso Araujo se buscaban puestos, se manipulaba al elector, había clientelismo; pero nunca ellos pretendieron, como se ha vuelto común en la actividad proselitista actual, que de los salarios de los empleados y de los contratos públicos se les diera un porcentaje.

Categories: Editorial
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