La época decembrina es propicia para hacer balances, para proponernos nuevos retos; para hacer promesas, que desde luego nos reafirman en la confianza de mejores tiempos.
Estos dos últimos años han sido duros, por muchas razones, nos ha tocado vivir acongojados ante la partida de seres humanos que hacen parte de nuestros afectos, amigos entrañables o miembros de la familia que de una u otra forma fueron afectados por la pandemia.
Este año 2021 lo quisimos reconocer como el año de la esperanza, el año en el que empezaríamos a sentir la reivindicación, dejaríamos atrás las vicisitudes de una pandemia mortal, sería por ejemplo, el año de nuevos proyectos. Y tendríamos la posibilidad de poner orden en una ciudad que se la está llevando el que la trajo.
A partir de esta fecha quedan solo 17 días para cerrar ‘el año de la esperanza’ y como dice el dicho: “La esperanza es lo último que se pierde”.
Aunque no somos tan optimistas, tampoco pretendemos ser pesimistas y pensar que ya no hay nada que hacer. Pero debemos hacer un balance propio, el que observamos en el día a día y que desde luego no es solo percepción.
La inseguridad galopa sin control: siguen los robos, los atracos a mano armada, siguen los fantasmas de las motos apareciendo casi de la nada, ahora de dos y tres.
Siguen los comerciantes siendo afectados con este flagelo inclemente; justamente el sábado pasado, le robaron a Wilman Martínez en su joyería; cero y van tres. La sacó barata Wilman al tratar de impedir el robo, Dios afortunadamente lo cuidó, él es un hombre valioso.
Sigue el caos en las calles, la movilidad es nefasta y los agentes y guías de tránsito, bien gracias, persiguiendo solo a los motociclistas.
No hay orden en Valledupar, y qué pena señor alcalde, debemos recordarle que esa era su bandera de campaña. Usted venía a poner orden y ese orden no se ve por ninguna parte.
Emdupar dejará de ser la caja menor de los políticos de turno y será entregada en bandeja de plata a un ‘aliado estratégico’ que la salve. La salve de la crisis en la que año tras año la vienen sumiendo cada gerente y cada alcalde.
Un caos se observa por los lados del Sisbén, mucha gente inconforme por los puntajes; eso se llama mala administración. El clamor de los taxistas por su seguridad, y además por la calles vueltas un etcétera; antes la excusa era que una parte de la sobretasa a la gasolina no se recogía por el contrabando, no había plata para tapar huecos, hoy cuál será la excusa.
El tema de los venezolanos que llegan a delinquir, ojo los que llegan a delinquir, no son todos; no se controla de ninguna manera y vemos a estos señores hacer ‘ochas y panochas’ y nadie dice nada. La inseguridad aumenta señor Mello Castro. No es percepción solamente, es una realidad.
En el tema ambiental, también se raja la administración. De eso sabe perfectamente el grupo ‘Foro Ambiental’ al ver como toman al río Guatapurí como escombrera y muchas calles convertidas en botaderos de basura. El tema cultural, pésimo. De esto hablaremos en una próxima nota. Siguen los balances. Sólo Eso.