Me había vuelto monotemático en mi columna de El Pilón en el tema de los vendedores ambulantes que venían acabando la calzada de la carrera séptima. Al fin se cumplieron mis deseos: sacarlos del lugar, se logró que la vía quedara despejada para los vehículos.
En silencio, casi que de forma imperceptible, la Alcaldía de Valledupar en cabeza de nuestro alcalde ‘Tuto’ Uhía ha iniciado una serie de acciones que buscan la recepción integral de los espacios públicos de la ciudad, hoy a merced de quienes los explotan económicamente o aprovechan el desorden y la falta de autoridad para cometer toda clase de arbitrariedades.
Una de esas acciones se concentró en la carrera séptima entre calles 17 y 16, uno de los más emblemáticos de la ciudad por su carácter aglutinador de actividades comerciales y lugar de encuentro para miles de personas que lo visitan diariamente.
La semana pasada, desde muy temprano, se instalaron unas vallas en la calzada impidiendo la invasión de estas. ¡Qué buena medida! Gracias señor Alcalde, a la Policía, Secretaría de Gobierno y Espacio Público.
La medida se tomó desde la carrera séptima hasta la calle 16 A. Pero como no falta el avivato, ya están invadiendo la séptima entre calles 16 A y 16 donde no pusieron vallas (ya contabilicé cuatro ventas sobre la calzada, una de mangos, otra de mamones, guayaba y otra venta de mazorca asada). Lo digo a tiempo para que se tomen las medidas a tiempo.
Y finalmente, es menester que la Alcaldía no ceje en el esfuerzo que representa devolverles a los vallenatos sus lugares para caminar con andenes limpios, calzadas libres y un mobiliario urbano que no genere miedo, y eso se logra con campañas de persuasión, mensajes claros y permanencia en las zonas recuperadas. Espero que Valledupar empiece a rescatar el sentido de sus bienes colectivos, y este es el mensaje que les dejo.
Y como es mi costumbre, trataré otros temitas: Es perentorio que la Oficina de Planeación Municipal le ponga un tatequieto a tanto desmadre. No son de poca monta los problemas de malla vial que traen los nuevos edificios. La capacidad de las redes de servicio público se desbordan, pues ya no deben abastecer una familia sino a 500.
Lo que necesitamos es una bella ciudad, en medio de parques, con avenidas arborizadas, con terrazas llenas de flores. No una metrópoli de medio pelo, casi asfixiada entre barreras de edificios que carecen de apropiados espacios intermedios y edificados tan al borde de sus propios lotes, que a veces no queda sitio para sembrar una franja de pasto que suavice el ambiente.
Sigo insistiendo en la creación de la Secretaría de la Seguridad Municipal.
Y para terminar, los que se destacan y rajan en la ciudad, tomaré los colores del semáforo: Verde, amarillo y rojo.
En verde, se destaca mi gran amigo y actual director de la Casa de la Cultura, José Atuesta Mindiola, por la velada literaria “Valledupar Amanece Leyendo”, que fue todo un éxito. Estos son los funcionarios que necesitamos. Gracias José por la invitación.
En amarillo: La cantidad de sanciones impuestas por violación del Código de Policía: Consumo de bebidas, sonidos o ruidos, invasión de Espacio Público, orinar en sitios públicos, portar armas, entre otros. Cocotazos al Tránsito por el despelote de los semáforos.
En rojo: El posible brote de meningitis en la Permanente Central de Policía. Aquí no sólo hay hacinamiento sino que el Estado no es capaz de cumplirles con derechos básicos como los de salud. ¡Qué tragedia! Las autoridades tienen que buscarle solución a estos problemas. Recordemos que los presos pierden sus derechos políticos, no los humanos. También en rojo el Valledupar Fútbol Club. Está en nada.
Postdata: Quiero recordarles a algunos políticos que la diplomacia es el arte de gestos amables y de las palabras delicadas (va para Santos y Uribe).
Por Alberto Herazo Palmera