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Al cuidado de la vaca y el buey

El espacio reservado para acostar el niño Jesús en un pomposo pesebre armado en una iglesia de Nueva York se convirtió en el lugar seguro para abandonar un bebé con apenas pocas horas de nacido; como quien dice, el niño lo dejaron al cuidado de la vaca y el buey y de los pastores de las ovejas. Creería que la progenitora de ese bebé tuvo el mínimo cuidado para dejar el niño allí, pues el pequeño fue encontrado envuelto en toallas y el abrigo suficiente para sobrevivir, ya que la ley de ese estado, permite que un padre pueda abandonar a un recién nacido anónimamente en ciertos lugares de refugio, siempre y cuando el bebé no se exponga a ninguna clase de peligro.

La noticia dio vuelta al mundo como un hecho sin precedentes y alarmante; pero quizás lo que no saben las agencias noticiosas es que en nuestro país, este episodio se ha constituido en un hecho cotidiano, cualquier lugar es propicio para abandonar a un niño sin importar el entorno y los riegos al que lo exponen sus progenitores, es así como se encuentren niños abandonados en clínicas, restaurantes, terminales de transporte, parques, iglesias y hasta en parajes solitarios.

Según las estadísticas del ICBF, en este país cada día son abandonados dos niños, siendo la pobreza la principal causa de abandono, ya que casi siempre quienes lo hacen son progenitores sin la posibilidad de garantizarles a sus hijos alimentación, educación, vestido, vivienda y las condiciones con las que se desarrolla integralmente un niño, no obstante que la Ley de Infancia y Adolescencia (Art. 22) señala que para garantizar el derecho a la familia en ningún caso la condición económica de la familia podrá dar lugar a la separación. De igual manera señala esta ley que si la familia carece de recursos económicos necesarios para garantizar el nivel de vida adecuado para los niños, las entidades del Sistema Nacional de Bienestar Familiar deben brindar a la familia los recursos adecuados, mientras ella puede garantizarlos (Art. 56 ibídem). Sin embargo, pese a esta intervención estatal preventiva, los casos de abandono infantil no paran y cada día van en aumento.

Ahora, volviendo al hecho noticioso y sin entrar a justificarlo, pienso que un pesebre además de ser un altar para homenajear el nacimiento del niño Dios, es un lugar seguro, dado el significado que tiene y lo que representa para la iglesia católica; de lo que no puede decirse respecto de un parque o un terminal de trasporte, donde concurre gente de todo tipo y de todo credo. De todas maneras, lo que queda claro, es que la mujer que lo hizo no era virgen y que la pareja de padres de este pequeño abandonado, no tienen el corazón ni de María ni José, ni mucho menos el nacimiento de ese niño fue anunciado por el ángel Gabriel.

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Carlos Guillermo Ramirez: