Terminado el periodo de las fiestas de carnaval, para el mundo católico inicia este miércoles 22 de febrero los 40 días en los que la Iglesia llama a los fieles a la conversión y a prepararse para vivir los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, en la Semana Santa.
En cuanto a la iglesia evangélica, esta no tiene establecida una forma en común de conmemorar los días últimos de la vida de Jesús, que han sido bautizados como Semana Santa por la Iglesia Católica.
Tres episodios fundamentales, la pasión tras su arresto, su muerte en la cruz y su resurrección, unen a todos los creyentes en la existencia, muerte y redención de Jesús. Cada iglesia conmemora ese período de cuatro días en que ocurrieron esos hechos de manera distinta.
“El fondo es el mismo, pero la forma de celebrarlo y asumirlo, ahí hay un poco de diferencias”, expresó al respecto el pastor Ezequiel Molina Rosario.
Explica el pastor que ellos no tienen “una concepción casi generalizada con respecto a las demás iglesias o vivencias espirituales sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, ya que difieren de manera mínima en cuanto a la concepción sobre la Semana.
Como se puede observar, la Iglesia Católica tiene una manera diferente, porque comienza a celebrar la pascua con 40 días de antelación, desde el inicio de la Cuaresma, con una serie de actividades que culminan con la resurrección. “Las iglesias evangélicas, que tienen una libertad extraordinaria, cada una lo celebra de una manera distinta, pero conservando siempre el giro alrededor del señor Jesucristo”, precisa.
Lo importante de todos estos rituales o tradiciones religiosas, más allá de las formas y los fondos, es que se conserven y se valoren para que trasciendan en las actuales y futuras generaciones de nuestras sociedades, que actúen como mecanismos que incentivan el respeto y el apego por las buenas costumbres, aspectos fundamentales para la consecución de la sana convivencia.
Son épocas de mucha significación para unos y para otros, sin distingo de creencia religiosa, pero esa importante connotación debe tocar también a nuestros jóvenes, que la juventud de este mundo moderno, invadido e influenciado por las nuevas tecnologías, conozcan y se contagien de esas otras agendas de vida que permiten un crecimiento personal y con un enfoque de valores distintos a lo que ellos perciben segundo a segundo en las pantallas de sus equipos tecnológicos.
Así como las fiestas de carnavales son una expresión folclórica y tienen como objetivo común preservar las tradiciones culturales de los pueblos, en aras de mantener vivo el ánimo, la alegría y una dinámica capaz de ayudar a superar las adversidades de la vida de nuestras gentes, en ese mismo sentido las costumbres religiosas cumplen una función social determinante en este mundo convulsionado.
Más que vivirlas, es imperioso entenderlas, respetarlas y dimensionarlas en el mejor de todos los sentidos.