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¡Ah, tiempos!

Recibí uno de tantos cientos de mensajes y archivos que casi siempre borro sin  poder leer, pues es tal la avalancha que no alcanzaría la vida para tal menester, pero hubo uno que me llamó la atención e inmediatamente inicié su lectura, y lo que debió constituirse en un simple ejercicio de humor, terminó en una larga lista que debiera ser examinada con ojos y criterio de historiador y sociólogo, pero sobre todo con ánimo ilustrativo pues el noventa por ciento de los lectores queda en ceros cuando revisa el mencionado inventario:  La alegría de leer, la cartilla de Charry , el Catecismo del padre Astete ,la Urbanidad de Carreño, el Método Palmer, discos de 33, 45 y 78 revoluciones por minuto, misa en latín, el 5 y 6 o Totogol, la gomina Lechuga, el bidet en los baños, el canal de Teletigre, Animalandia , Heberth Castro y Monte Cristo, pantalones de bota de campana y terlenka, regla de cálculo, relojes de cuerda, el Club del Clan y Yo y Tú, patines metálicos, Corin Tellado, la tinta roja en las elecciones, matiné, vespertina y noche, Charms (¿qué se hicieron?), y otras muchas cosas, pero la lista de arriba es suficiente para llegar a la conclusión que ese era un mundo que casi nada tiene que ver con lo de hoy, medido en megabites y en el cual la palabra teléfono, por ejemplo,  que para esos tiempos era un aparato, uno solo,  si era que lo había, pues eran pocos , ubicado en la “salita” de la casa y que solo servía para mensajes o sistema de “voz”, hoy es un bicho que te mide hasta el oxígeno en la sangre, la temperatura del ambiente, recibe y envía mensajes, etcétera.

Escogí  dentro de esa enumeración tratar de explicar, entre otras,  qué era la “regla de cálculo” que suena hoy a prehistoria y era un aparatico que efectivamente  tenía la forma de regla y unos elementos móviles que facilitaban las operaciones matemáticas. Lo que manualmente podría implicar hasta horas, la regla de cálculo lo reducía a minutos. Los estudiantes de ingeniería sacaban pecho con ese instrumento.

El método Palmer no era que te enseñara a escribir, es que quien perfeccionaba su grafía a través de él adquiría una hermosa letra, lo cual hoy no sirve para nada, porque salvo en el cuadernito de las tiendas de barrio nadie escribe a mano nada. Ya ni el cheque se usa.

Si ustedes supieran lo que era el bidet. No me atrevo a tratar de explicarlo por aquí.

La misa se celebraba en latín, no en castellano, y  el sacerdote oficiaba de espaldas  y por supuesto nadie entendía nada. ¿Será que hoy sí? Los relojes de pulsera eran en general de cuerda, todos los días había que darle, Citizen y Casio  no existían, eran Omega, Mido, Oris, Bulova, y había que ajustar la hora cada cierto tiempo.  

No sé por qué el autor no menciona los radios receptores, que eran eléctricos y demoraban varios minutos en “calentar”, y en los pueblos grandes y capitales, que  eran pocos, sintonizaban la única o el par de emisoras locales.

Y dejo de último la urbanidad de Carreño, pues de eso sí que queda poco. ¡Qué lástima!

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Jaime_Garcia_Chadid: