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¡Ah, los columnistas!

Con frecuencia veo, leo, escucho en redes, radio, y prensa, eternas discusiones, incluso malquerencias entre quienes tienen por vocación, obligación o profesión, la tarea de informar u opinar sobre variados temas, sin importar dónde y desde donde lo hagan. Informar es algo nato entre los seres humanos, vivir informados es un derecho de la humanidad.

Pedro de Miguel, profesor español de géneros periodistas, con varios especialistas de comunicación, dan algunas lecciones sobre el articulista y el columnista, partiendo que el primero escribe  de manera esporádica, mientras el segundo tiene fechas establecidas. He ahí la primera diferencia, si es que puede llamársele así. Dentro de los géneros literarios, el artículo lo miran diferente al ensayo, como didáctico-ensayístico de expresión objetiva, mientras otros como la autobiografía, memorias o diarios son expresiones subjetivas. Siempre existe dificultad para situar el artículo dentro de los géneros tradicionales.

La mayoría decide adscribir al artículo a los géneros de opinión, el comentario y la crítica, dejando  otras formas a los géneros interpretativos, entre ellos al reportaje y la crónica. La fusión entre noticias y opinión, vuelve al terreno algo movedizo. La función dentro del artículo en los periódicos resulta clara, es decir, reflejar una opinión personal sobre algún asunto de actualidad o no, que enriquece el contenido informativo del diario y se separa por la forma, el tono y la firma.

El artículo de literario arrastra en la teoría y en la historia de la literatura una maldición que pesa también sobre otros géneros. Con frecuencia el artículo es calificado como un género “menor” y a veces no existe para algunos historiadores. 

Recuerda Gonzalo Fernández de la Mora, que articulus, derivado de artus, significaba para los latinos el resultado de una división: un miembro del artículo como fragmento forma parte de un todo: juntando diversos fragmentos se conseguiría reconstruir la realidad.  Para Martín Vivaldi el artículo sería un escrito de muy variado y amplio contenido que se valora, interpreta o explica un hecho o una idea actual y de trascendencia.

En los últimos tiempos, se han puesto de moda los columnistas, en referencia al espacio que ocupan dentro del periódico, y puede decirse que es el fenómeno social y cultural más significativo de la actualidad en las recientes democracias. Las temáticas y la extensión son tan variadas que no permiten aunar criterios, por el mismo carácter personal que presentan. Según Martínez Albertos, la columna es un artículo razonador, orientador, analítico, enjuiciativo, valorativo -según los casos- con la finalidad idéntica al editorial, diferenciado por la firma y la responsabilidad personal.

 María Jesús Casals insiste en la libertad de que goza el columnista, al afirmar que la columna no vive sujeta a la más inmediata actualidad, muchas veces se preocupa por hechos o asuntos que no han podido ser noticia porque quedaron fuera de los filtros periodísticos, otras traen datos pasados inadvertidos, pero puede ser un análisis ideológico y emocional de los hechos.

Al columnista no se le contrata para escribir sobre algo concreto… sino para escribir, sin más. En su discusión con el articulista puede decirse que no hemos perdido nada, sino ganado laconismo, lucidez, esquematismo, precisión y estilo, el estilo siempre se mejora podando, no arboreciendo. El columnista se valora ante todo por su subjetividad que se pone en estrecha relación con el lector, generando asentimiento o rechazo. Es el contrapeso a la pretendida e imposible objetividad informativa. Últimamente se apoya en la ironía, la sátira, el humor. El humor es verle la trampa a todo, darse cuenta por donde cojean las cosas, comprender que todo tiene un revés. A veces quisiera ser columnista…

Categories: Columnista
Edgardo_Mendoza_Guerra: