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Aficiones, adicciones, calamidades, prioridades y karma de la humanidad

Para sobrellevar la vida, la humanidad generalmente requiere o recurre a las aficiones (diversiones), las cuales se convierten en adicciones (vicios) que, desafortunadamente, a muchas personas les malogra sus vidas por la incapacidad o falta de voluntad para evitar los factores generadores de calamidades (adversidades) que, a la postre son el karma que estigmatiza y victimiza, considerablemente, a la humanidad. 

El motivo de este preámbulo es difundir mi propia experiencia que, seguramente, también la habrá pasado gran parte de la humanidad; no obstante, como columnista de EL PILÓN, me atañe la responsabilidad de publicarla como instructiva o recordamiento.

Soy antiguo aficionado en ver por televisión el juego de tenis, considero que rayano a la adicción y, actualmente magnificada con el advenimiento del internet, que permite disfrutarlo en cualquier lugar a través de la telefonía móvil. 

Debido al grave trastorno de la salud de mi esposa, tuvimos que trasladarnos a Bogotá en la búsqueda de su mejoría de manera más segura y lo más rápido posible, esto sobrevino ad-portas del Torneo de Roland Garros, que se realiza anualmente en París, Francia, durante nuestra estadía en Bogotá también se realizó el campeonato de Wimbledon de Londres, Inglaterra, además varios ATP Master 1000 en diferentes ciudades importantes del mundo,  en esta semana se está celebrando el Master 1000 de la ciudad de Cincinnati con la participación de los mejores jugadores de tenis, tanto hombres como mujeres, un verdadero plato deleitable para los aficionados a este deporte. 

Y, para colmo, el próximo 28 de agosto comienza el ultimo Grand Slam de tenis del año, el US OPEN de Estados Unidos, en la ciudad de New York. 

Podrán imaginarse los lectores, los sentimientos de culpa que he sufrido en los cuatro meses que lleva enferma mi esposa, por las frecuentes reconvenciones que me hace al sentir que la descuido por estar viendo partidos de tenis. Ciertamente, me acusa con nuestros hijos de no atenderla suficientemente, porque yo prefiero ver juegos de tenis en vez de atenderla a ella, especialmente cuando necesita desplazarse para evacuar sus desechos corporales. Si bien es cierto que los teléfonos móviles son muy útiles, no se puede negar que abusamos sus usos que nos hace desatender labores prioritarias, tanto personales como sociales. 

Aprovecho para comentar un enigma, aunque es personal, especulo que lo deben padecer otras personas. Consiste en que yo nunca tengo sueños agradables o felices, siempre son pesadillas, por las cuales, a veces grito, doy patadas y puñetazos. Me despierto horrorizado, angustiado y sudando o mi esposa asustada me despierta. Mis gritos por pesadillas algunas veces son tan altos que los vigilantes y vecinos contiguos nos llaman para ver qué pasa. En mis pesadillas animales grandes y personas siempre me persiguen para devorarme, atracarme y asesinarme. Sucesos descabellados, recuerdo el de la noche, después de que mi hija menor me informó que se quedaría viviendo en Madrid, España, según la pesadilla, me avisaron que mi hija llevaba varios días desaparecida, inmediatamente salí y corriendo y atravesé el océano Atlántico, recorriendo los lugares de refugios de gente que viven en la calle, y mi hija me llama: “Papito aquí estoy”. Esa noche me desperté llorando a gritos, y escribiendo esta reseña me brotaron muchas lágrimas. 

La noche anterior de escribir esta columna sufrí mi última pesadilla, en la cual, el planeta tierra exploto en varios pedazos envueltos en llamas y todo el mundo salió despavorido sin saber para donde; angustiado y sudando desperté en el momento que una de tales bolas de fuego caía sobre mi casa, que situación tan horrible. Lo cierto es que me acosté casi a las 12 de la noche muy preocupado, después de que Carlos Alcaraz había perdido el segundo set del ATP Master 1000 de Cincinnati. Rápidamente, agarré el teléfono celular y me tranquilicé al ver que Carlos Alcaraz ganó el tercer set a Jordan Thompson.

Por José Romero Churio.

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