El pasado 29 de noviembre finalizó el tiempo ordinario para dar inicio al adviento, que significa en latín: “La venida del Señor”. Es una celebración que data de finales del siglo IV, comienzos del V, y que básicamente consiste en prepararse para la llegada del Señor. Para ello, se recomienda hacer un examen de conciencia acudiendo, de ser posible, al sacramento de la confesión, pero además es para todos los católicos un tiempo de oración, ayuno y ofrenda.
El adviento es un tiempo de esperanza, y nada mejor que la esperanza en estos momentos de incertidumbre por lo que pueda pasar con esta pandemia; levantar nuestra mirada al cielo y encomendar nuestras familias, nuestros proyectos y nuestros mejores deseos a ese Dios humanado, hijo de María, que nació en un pesebre y que tuvo como padre putativo a José, un descendiente de David, es la mejor forma de prepararnos para la feliz espera.
La pandemia no nos puede cohibir de celebrar la Navidad, pues siempre habrá Navidad, sin importar cuáles sean las circunstancias. De tal manera que hay que armar el pesebre, el árbol de Navidad, hay que hacer las Novenas en familia, con el debido distanciamiento, evitando las aglomeraciones, y conservando las medidas de bioseguridad.
Se anuncia la llegada de diez millones de unidades de la vacuna de laboratorios Pfizer a Colombia, y eso es una muy buena noticia. La cifra de recuperados del covid-19 en el mundo también es un dato alentador. Se salió de Electricaribe y en su remplazo vino Afinia, que significa afinidad, vínculo, cercanía, igualdad, afinar, mejorar, prosperar y armonizar.
Eso es precisamente lo que esperamos los usuarios de Bolívar, Cesar, Córdoba y Sucre. En lo deportivo deseamos que al nuevo técnico de la Selección Colombia le vaya bien para que clasifiquemos al mundial de Catar.
El año pasado, el alumbrado navideño del parque de La Provincia fue espectacular, y esperamos que este año sea igual o mejor. Ya la Gobernación del Cesar arrancó con el pesebre y el árbol navideño.
Quienes hemos sufrido pérdidas importantes en nuestro núcleo familiar, tenemos que buscar la fortaleza, y la paz espiritual en el dueño de la vida, solo Él nos puede brindar el consuelo, la esperanza y la alegría.
Nuestros seres queridos ya están en su presencia, y velan desde el cielo por nuestro bienestar. En este adviento, llenemos nuestros corazones de optimismo en la feliz espera de la Pascua, que es la encarnación del Verbo, del Dios que viene para habitar entre nosotros. Compartamos en familia este tiempo de gracia, con fe y devoción a ejemplo de la familia de Nazaret que, a pesar de todas las vicisitudes, siempre se mantuvo unida. Notas de Cierre: 1- Asume la jefatura de redacción, un muchacho, promesa del periodismo: Deivis Caro Daza, en reemplazo José Urbano a quien agradecemos su valiosa colaboración. 2- Esta columna se tomará unas merecidas vacaciones y retornará, si el dueño de la vida así lo dispone, en enero. A mis amables lectores les deseo unas felices fiestas y abundantes bendiciones.