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Adiós a un hombre ejemplar

Hoy hace 6 días que la muerte arrebató del escenario a un gran hombre: Juan José Daza Maestre, más conocido cariñosamente como Juancho. Su muerte no nos cogió de sorpresa porque a su edad de 94 años venía sufriendo de algunas enfermedades que se encargaron de transformar su vida activa hasta llevarlo a convivir ya derrotado prácticamente a una cama. Su muerte hizo brotar muchas lágrimas a hijos, familiares y amigos que lo queríamos, por ello, caminamos en silencio tras el féretro acompañándolo a su morada final en el cementerio de Patillal, pero ese silencio se interrumpía con las escalonadas peleas de gallos fino que se hicieron en su recorrido al cementerio, y todo, porque era un gallero insigne y de esa manera se le hacía un homenaje póstumo.

El tío Juancho fue una persona que excedió a muchos, por sus méritos, por sus virtudes domésticas y ciudadanas, por su honradez y ejemplar conducta individual, familiar y social que le valieron el reconocimiento de cuantos lo conocimos. Su muerte ha suscitado en sus familiares y amigos un clamor unánime de dolor y tristeza, aunque la muerte es para todos de plazo cierto e indeterminado.

En su vida no hubo nube de odio, ni la sombra de un rencor ni las malas pasiones tuvieron asiento en él y si se acercaron naufragaron y si llegaron como chispas, instantáneamente se apagaron.
Los que tuvimos la dicha de gozarlo en la intimidad sabemos de sus sabias enseñanzas, de su noble sinceridad y de su delicadeza en el trato, de su fino humor, de su sensibilidad por la música y además fue profesor con gran decoro.

A pesar de lo contrito del momento y el sentimiento de su partida nos atrevemos a contar algunas anécdotas maravillosas de humor campesino y de apuntes reidores de recuerdos siempre gratos que derramaban euforia y alegría con su labia provinciana, su ingenio exquisito y su picaresca que nos deja todo un legado para bien e historia de su querido pueblo Patillal.

Algunos de sus infinitos apuntes: fue que cuando lo operaron de la próstata y se le bajó la hemoglobina, los médicos le recomendaron comer lentejas, hígados y otros, pero llegó un momento en que él no quería comer eso y su hija Cira le dijo: -Papá eso es para subirte la hemoglobina. Y él le respondió: -Vas a tener que buscar una escalera.

Otra anécdota es que en algún momento el señor Juancho como le decían en Patillal iba pasando por la calle y vio un muchacho bailando trompo, era José Augusto el hijo de Albertico Daza, este le preguntó que hacía y él le dijo: -Bailando trompo tío. A lo cual le dijo será bailando champeta para significarle que el trompo era brincón.

Con tantos cuentos que dejó el tío Juancho y sus dotes excepcionales son buenos ejemplos para sus hijos, familiares y amigos, por eso del todo no se ha muerto por que sigue viviendo en nuestros corazones.
*Especializado en gestión ambiental.

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