En el ambiente de tristeza y angustia colectiva que vive el país, y el mundo, como consecuencia del covid-19, el luto en Colombia es más intenso por la partida de dos colombianos ilustres y destacados, víctimas del misterioso virus, que no respeta pinta, como se dice popularmente. Me refiero al fallecimiento de Carlos Holmes Trujillo García, hasta hace poco ministro de Defensa Nacional, político liberal; y a Julio Roberto Gómez, veterano dirigente sindical.
De Carlos H. Trujillo García se puede afirmar, sin exagerar, que la vocación política le corría por sus venas, pues era hijo de otro legendario dirigente liberal, abogado y destacado orador, muchos años congresista y diplomático, Carlos Holmes Trujillo, muy amigo de varios políticos del Cesar, entre ellos Crispín Villazón y José Antonio Murgas. Trujillo, padre, era un liberal de “racamandaca”. Trujillo García, hijo, estudió Derecho en la Universidad del Cauca, y también se dedicó a la política, al igual que a su hermano José Renán Trujillo, exsenador y exsuperintendente Nacional de Salud.
A Carlos Holmes lo conocí siendo alcalde de Cali, el primero elegido por voto popular. Desde entonces lo traté, no como amigo, sino como periodista y fuente de información, pero, desde entonces fui objeto de su trato serio, pero cordial y colaborador. Luego fue delegado a la Asamblea Nacional Constituyente, donde también nos volvimos a encontrar. Y -posteriormente- fue nombrado ministro de Educación, durante el gobierno de Cesar Gaviria.
Tiempo después fue negociador y consejero de paz, y ministro de Gobierno, en la administración de Ernesto Samper. Después, embajador de Colombia ante la OEA. Y siguió una carrera en el campo diplomático, como representante de Colombia ante los gobiernos de Suecia, Finlandia, Islandia y Bélgica, respectivamente.
En 2014 fue candidato a la Vicepresidencia por el Centro Democrático, como compañero de fórmula de Oscar Iván Zuluaga. Se retiró de la política por poco tiempo, a la cátedra en la Universidad del Rosario, en Bogotá, pero luego volvió a la política como precandidato presidencial. Después, apoyó la aspiración de Iván Duque Márquez, quien elegido presidente lo nombró ministro de Relaciones Exteriores, en agosto de 2018, y luego pasó al Ministerio de Defensa, en noviembre de 2019.
Extraordinario orador y comentarista de temas en la prensa escrita, con un gran timbre de voz, igual que su padre y su hermano José Renán; Trujillo García demostró que se puede hacer política de manera decente, con ánimo de servicio y respetando las ideas contrarias. Nunca se vio envuelto en ningún escándalo de corrupción o cosa por el estilo. Paz en la tumba de este destacado político y gran colombiano.
Otro compatriota destacado que partió a la eternidad, luego de perder la lucha contra el bendito covid-19, fue el sindicalista de orientación demócrata-cristiana, Julio R. Gómez Esguerra. A Julio Roberto, como lo llamábamos los periodistas que lo habíamos tratado, lo conocí hace más de treinta años, desde la Confederación General del Trabajo, y luego en la fundación y construcción de la Confederación General de Trabajadores Democráticos de Colombia.
Gómez Esguerra fue un luchador social, conciliador, siempre defendiendo los intereses de la clase trabajadora, sin necesidad del grito y la altisonancia. Con propuestas concretas y progresistas. Varias veces le ofrecieron el Ministerio del Trabajo y no lo aceptó. Por el contrario, se concentró en su tarea sindical y hoy deja una confederación sindical fuerte y grande.Julio demostró que se puede hacer sindicalismo serio, sin ser enemigo de las empresas ni de la clase empresarial. Paz en la tumba de estos dos ilustres colombianos, ejemplos de servicio y de un talante cívico y democrático.