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¡Adiós a Carmen Baute de Cuel, una mujer ejemplar!

Nunca pensé escribir estas notas en la columna de opinión del periódico el Pilón, con el alma destrozada del dolor de una partida. “Dios creo a Adán y de su costilla a Eva, para que fuera su compañía y descendencia, condenándola a ella y a todos sus descendientes a sufrir los embarazos y partos con dolor y a sentir deseo por su marido, que lo aprovecha para imponerle su voluntad. Así lo describe la Biblia”. Mi progenitora: Carmen Graciela Baute Céspedes de Cuel, acompaño toda una vida a Hermes Cuel Cuel, hasta que Dios se lo llevo´ un 21 de enero de 1996. Siguió su vida y este que escribe este artículo, logro´ convertirse en “un segundo esposo”, acompañándola como soltero que estaba, llenando un poco ese vacío por la partida de mi padre, con las críticas de mis hermanos y cuñados que lograron que me separara de ella, cuando decidí unirme a quien es hoy mi única esposa y que llegó a convertirse en su segunda hija, queriéndola como si fuera su madre. Que tristeza comentar esto en su partida, pero tenía que hacerlo, no como mi madre que se callaba sufriendo y decía: “estoy tragando joba”. “Palo con la vieja y la vieja para´”. Hoy siento el deber cumplido di todo lo que necesitaba, y aún más allá de las obligaciones de un buen hijo, me convertí en su confidente y amigo. Acompaño´ a mi padre Hermes Cuel Cuel, un italiano que se dejó atrapar por su belleza natural y espiritual, su sencillez, humildad, calidez humana, atributos que cautivaron a un extranjero, no gustoso de mis abuelos, porque no sabían, ni conocían sus raíces, pero venció el amor sobre todas las cosas, cumpliéndose la máxima de que “El amor todo lo puede”. Hija de Nicolás Baute Pavajeau (Pacolacho) y Luisa Céspedes Céspedes (Mamaicha). Dios la llamo´ porque sufría, vivía una vejez de desilusiones, callaba con el fin de ver a sus hijos unidos, e hizo lo imposible para lograr ver una familia unida, algo que siempre pregono y defendió. Que tristeza sentir que la soledad fue su última compañía, como lo describe Gabo en su libro “100 años de soledad”. Hoy recuerdo la canción exitosa de Omar Geles y que describe mi sentir: “Los caminos de la vida, no son como yo pensaba, como los imaginaba, no son como yo creía”. “Yo pensaba que la vida era distinta, cuando estaba pequeñito yo creía, qué las cosas eran fáciles como ayer, que mi viejecita buena se esmeraba, para darme todo lo que necesitaba.
Agradezco a mis amigos las condolencias manifestadas en este episodio que algún día iba a ocurrir, estaba preparado, en la clínica el Dr. Azael Hernández Quiroz, me manifestó: La edad no le favorece, su salud está en riesgo, está librando una batalla por subsistir. Era un roble, luchadora y defensora de sus hijos con capa y espada, no le temía al trabajo, hacia lo que fuera para mantenernos bien, sacrificaba y no vivía de apariencias, enemiga de las cosas costosas, austera en el gasto, administradora con lujo los ingresos y egresos a pesar que sus estudio fueron precarios, dejaba de comer para darle a su hijos, era una mártir, no le gustaba pelear, dialogaba, daba consejos, ayudaba al necesitado, era una santa mujer, no se metía con nadie, que dolor su partida, pero la sepulto con la satisfacción y agradecimiento con Dios de habérmela escogida como mi progenitora y dejármela por 94 años 2 meses y 5 días. Pedirle mas no podía, ya había cumplido su deber de madre y tenía que partir. Con lágrimas en mis ojos termino este artículo, el cual estará incluido en un libro sobre la vida de la historia de los Cuel Baute, donde narrare ‘con detalles una vida controvertida y de ejemplo para la humanidad. Querida Madre, que sea simplemente un significativo Adiós a Carmen Graciela Baute Céspedes de Cuel. Con el mayor orgullo de hijo: Arq. Marvin Jesús Cuel Baute

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