El pasado jueves 17 de marzo, las centrales obreras realizaron un paro nacional en Colombia. Protestaron por el pírrico aumento del salario mínimo, la propuesta para la nueva reforma tributaria, la difícil situación de hambruna de los niños en La Guajira, el paramilitarismo, el incumplimiento del Gobierno a los aportes en salud para trabajadores y pensionados, la no privatización de la salud y la educación, entre otros temas.
Hubo movilizaciones en varias ciudades del país y en Valledupar; líderes estudiantiles de la Universidad Popular del Cesar apoyaron el paro y ese día no hubo clases.
Mis consejeros periodísticos Tío Chiro y Tío Nan comparten que los estudiantes participen, promuevan y lideren propuestas de mejoramientos académicos en todos los escenarios posibles. Que reclamen al Gobierno Nacional que cada día centraliza de manera sublime a las universidades de provincia como la nuestra. Que le pidan a la ministra Gina Parodi más atención y menos verborrea en contra de la institución.
Todos dicen que en la UPC hay problemas muy serios en los escenarios administrativo, financiero y de funcionarios que se han anclado en la institución para someter y usar el poder en busca de beneficios propios y de sus familias, y para acosar a sus propios compañeros (docentes y administrativos). Se afirma que eso sigue vigente en la UPC, pero demostrarlo cuesta, no es tan sencillo.
Seguramente el rector Carlos Oñate (sumido ahora en el segundo round de su pelea jurídica con el Consejo de Estado, para poder cumplir sus 4 años de gestión) sabe que hay muchos problemas.
Uno de esos lunares negros es lo que alegan las mayorías de los funcionarios probos, que no entienden por qué los directivos contratan bienes y servicios con personas que en el pasado fueron condenadas por jueces, por haber defraudado a la UPC. Otro de los lunares es seguirles dándoles “privilegios” a ex rectores que han sido condenados por repetición, pero se burlan de esas sentencias.
Otro de esos lunares malignos es la forma cómo, desde ya, se están conformando las listas para designar nuevos miembros del Consejo Superior Universitario. Se afirma que directivos están patrocinando las listas para que sigan los mismos con las mismas, mientras que en el mundo se está hablando de inclusión en la UPC se habla de exclusión.
La democracia no es más que ponernos de acuerdo, limar asperezas y convenir para beneficio de todos, no de unos cuantos. Hay que darle cabida a los opositores, a ver si ellos solucionan esa grave situación de la que se queja el profesor Oñate. Sería prudente que esta Semana Santa sirviera para reflexionar en ese sentido.
De nada sirve para la autonomía universitaria (ni para la democracia) que el rector, los miembros del Consejo Superior, decanos y demás funcionarios constriñan a estudiantes, docentes y egresados para repetir la misma triste historia. Lo que se quiere, dicen los que saben, es que haya una franca lid, sin ventajas, libertad total, de lo contrario la UPC seguirá sumida en ese laberinto en que la tienen los que la han administrado durante más de 30 años. Por Dios, dejen a otros.
Mis consejeros periodísticos Tío Chiro y Tío Nan exhortan a los líderes estudiantiles y a los docentes a no ser patrocinadores ni acólitos institucionales. Deben ejercer controles y ser vigilantes del quehacer diario de quienes ostentan el poder administrativo para que todo se haga sin triquiñuelas y con cartas sobre la mesa. Hasta la próxima semana.