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Abogados del porvenir

En Colombia por medio de la Ley Estatutaria de la Administración de Justicia del año 1996 se delineó que las actuaciones que se realicen en los procesos judiciales deben ser orales y por audiencias.
Diecinueve años después, ya andamos ante esa realidad, por manera absolutamente inexcusable que los abogados de hoy y del mañana requieran volverse astutos y lucidos en técnicas para desempeñarse en las sistemáticas orales. Ahí surge un reto enorme para las universidades procurar cabal adiestramiento a los juristas del porvenir.

Es lugar común señalar que la crisis en la formación del profesional del derecho lo impone el desueto diseño tradicional de los programas académicos. Se enseña la normativa, las fuentes doctrinarias y jurisprudenciales. El docente hace recital ex catedra y cuando el egresado abandona la universidad se encuentra con una jauría y tozuda realidad que les fue ocultado en la exposición teórica.

En los sistemas escriturales, por ejemplo, la comunicación en los estrados judiciales se hace (o hacia) por conducto de memoriales o escritos. Hoy la interrelación se impone a través de la exposición oral. El papel no se sonroja. Avergüenza la palabra mal dicha, abochorna y ruboriza la exposición atolondrada.

El problema y la solución se encontrarán en lograr superar los siguientes escollos en la enseñanza del derecho: reducir al máximo la forma abstracta de enseñar. Luego de la exposición teórica provocar enseguida entrenamiento en el razonamiento jurídico. Evitar la toma de apuntes e invitar a la lectura del tema trabajado en clases.

Alrededor de aquella apretada síntesis los noveles operadores del sistema legal se formarán para afrontar la dureza de la praxis juris. Inaplazable generar destrezas y habilidades para operar el sistema de audiencias y oralidad a fin de razonar creativamente la solución de los conflictos a través de la exposición y persuasión vivaz. Incluso hacer prevalecer la realidad sobre el derecho.

No obstante, el escenario ideal de formación de abogados con dotes en la argumentación en esta generación de audiencias, oralidad, tecnología, mundo globalizado, etcétera, los docentes advertimos con mucha preocupación que la caligrafía y la ortografía de los estudiantes de ahora indican falencias estructurales en la base de la formación primaria y secundaria y la oralidad con los insumos tecnológicos limita la capacidad de reflexión con el asiduo empleo de una jerga incomprensible.

Escribir precidencia en vez de presidencia no tiene perdón de Dios. Y la estudiante descarada al calificar su examen con la nota merecida, nos dijo: ¡ay profe!, colabóreme con la nota, seguida con el tierno pero conchudo ‘pls, pls’.

También produce desazón la nula lectura -inclusive- de literatura barata de los periódicos, no obstante que los elementos de la tecnología permiten acceso hasta gratis a los medios de comunicación. Los estudiantes dicen no tener tiempo porque ven muchas materias por el diseño del programa académico. Pero eso sí, se les observa muy activos en las redes sociales, comentando las frivolidades de la vida mundana.

Hay que trabajar por la implementación de métodos de teoría práctica. Lo que se predica y lo que se aplica. Nosotros con el plus de los avances tecnológicos (audios y videos) y diálogos constructivos con los estudiantes contribuimos en la formación teórica con la información práctica. Y ante los desarreglos de los hombres de justicia las aulas han de convertirse en clínicas jurídicas de deontología legal para formar abogados decentes y confiables. Tarea insoslayable.

Hugo_Mendoza: