Oriundo del Magdalena, pero con una berraquera y un corazón muy vallenato, Lagarder Santiago Orozco Martínez llegó a la capital del Cesar cuando apenas tenía 15 años, desde entonces su vida ha estado marcada por trabajos pesados que no le permitieron gozar su niñez y adolescencia como habitualmente debe ser. Sin embargo, contó que todo eso lo forjó para ser un hombre de bien y poder sacar a su familia adelante.
A pesar de tener 82 años, y aunque a esa edad debería estar disfrutando de su vejez, Orozco Martínez sale diariamente de su casa a las 5:00 de la mañana para vender periódicos. Debido a sus condiciones de salud no puede desplazarse en ningún medio de transporte por sus propios méritos, así que con un sombrero vallenato, un bolso grande, su piel despigmentada producto del vitiligo y con una voz fuerte como si se tratara de un locutor, este hombre acompañado de su bastón recorre las calles gritando los titulares de los periódicos para llamar la atención de los habitantes, aunque con pasos muy lentos producto de su edad y dificultad visual.
En diálogo con EL PILÓN, el hombre relató que debido a la digitalización de las noticias han disminuido las ventas de los periódicos y se ha visto afectado directamente.
“Yo vendo los ejemplares en Villa Miriam, Álamos II, Álamos III, María Camila, y la Ciudadela 450 años primera etapa. Anteriormente vendía más de 200 periódicos en un solo día, pero ahora, debido a las redes sociales y la virtualidad, vendo menos de 80; lo digital nos ha tumbado a nosotros porque por los celulares pasan las noticias y ya la gente no quiere comprar los periódicos. A veces llego con $6.000 a la casa y me pongo a llorar”, expresó el hombre con un tono melancólico.
¿POR QUÉ TRABAJA A SU EDAD?
Aunque el pago es injustificado para todo lo que debe trabajar, el anciano contó entre lágrimas que no tiene otra alternativa para llevar comida a su familia, la cual está conformada por su esposa Lucía Otilia Albarino, de 74 años; su hijo Jhon Jader Orozco, de 36 años; y sus 3 nietos de 14, 12 y 10 años.
Relató que es el único que trabaja porque su compañera sentimental padece artritis; debido a eso fue operada en sus rodillas y desde hace 3 años no puede caminar. Respecto a su hijo, el hombre sufrió dos accidentes laborales en los que cayó de una altura 2 metros y medio, provocando lesiones en el cuello, zona cervical y lumbar, además, de hernia, fisuras y otras complicaciones que le imposibilitan mantenerse de pie o sentado mucho tiempo, levantar peso o estar en lugares donde haya vibraciones.
“A mí me duele ver a mi papá trabajando en esas condiciones, es un señor que casi no ve y que está expuesto al peligro. Yo he tratado de buscar trabajo, aún cuando mi salud no me lo permite, pero no me quieren contratar en ningún lado porque no quieren ganarse un problema si tengo alguna complicación por mi estado de salud. Además, dicen que no puedo dar el 100 % de mí en las funciones”, manifestó Jhon Jader.
“Con lo que me gano vendiendo los periódicos voy apurado, pero tengo que hacerlo porque no tengo otro trabajo y tengo una familia que mantener, unos nietos pequeños a los que tengo que llevarles alimento a la boca. Mi hijo no puede trabajar, entonces yo debo hacerme cargo de la familia.
A pesar de trabajar mucho, el pago no es bueno, pero no tengo otra opción; hay días en los que llego a la casa con ganas de llorar porque no traigo suficiente dinero para darle de comer a mi familia, y eso me parte el alma. A veces me dan jugos o pan en la calle y yo los guardo para traérselos a mis nietos”, dijo entre lágrimas y tristeza, con sus ojos ya caídos por las arrugas en sus párpados.
Y añadió: “Yo tenía una hernia, pero la operación que me hicieron quedó mal y todos los días me da un dolor en la parte baja del abdomen; el sol y la carretera caliente me inflaman y me da más dolor. Además, tengo vitiligo y casi no veo. Pero si me someto a una operación y caigo en una cama, ¿cómo se va a mantener mi familia? ¿Quién saciará el hambre de mis nietos? ¿Quién los va a ayudar?”.
SU RUTINA DIARIA
El hombre de 82 años describió que se levanta a las 2:00 o 3:00 de la mañana porque antes de salir a trabajar baña y cambia a su esposa, considerando que la mujer no puede valerse por sí sola. Además, indicó que deja “arregladas” algunas cosas de su ya desgastada vivienda.
“Baño a mi esposa porque ella no puede hacerlo, dejo listas algunas cosas y mis nietos cuando se levantan hacen el resto. A las 4:00 a.m. me baño y a las 5:00 salgo a vender los ejemplares, y regreso a las 12:00, a la 1:00 o a las 2:00 de la tarde a la casa. En ese transcurso mis compradores a veces me ven tan cansado que me brindan algo de comer o me dan plata adicional”, contó.
Tras regresar de su agotador trabajo se sienta en una vieja mecedora para descansar y retomar fuerzas para el día siguiente. Pagar los recibos de los servicios públicos es toda una odisea, debido a que sus ingresos poco alcanzan. Sin embargo, contó que está en el programa del Gobierno nacional de las personas de la tercera edad y con esos $80.000 termina de completar el dinero para pagar. “Durante el mes tenemos que ir sacando pesitos de lo que él gana todos los días para poder completar”, expresó su esposa Lucía Otilia Albarino.
A veces, por el poco dinero que logra llevar a la casa se ven ‘apurados’ a la hora de comprar ingredientes para que todos en la casa se alimenten. Desde esta editorial motivamos a nuestros lectores para que, si está en sus manos, aporten un granito de arena a esta familia que diariamente deben sortearse a la suerte.
CRUZAR CALLES, TODO UN DESAFÍO
“Cuando voy a cruzar las calles me quedo quieto mientras los carros pasan, cuando ya no escucho bulla, ni carros, ni pitos cerca, decido pasar”, esta es la estrategia que ha implementado Lagarder Santiago para pasar las calles sin ser atropellado, toda vez que su desgastada visión no le permite observar bien lo que sucede a su alrededor.
Su hijo recordó una vez que un vecino le ayudó a pasar la calle, sin embargo, el señor Santiago no logró identificar el rostro de aquella persona que gentilmente le agarró la mano para llevarlo hasta el otro extremo de la carretera.
En ocasiones, un perro que habita por las calles del barrio Cicerón Maestre, en donde habita Lagarder, lo acompaña en una parte de su recorrido, de ese modo, el can está pendiente que este hombre pueda cumplir su trabajo.
VÍCTIMA DE ROBOS
La inseguridad de Valledupar es uno de los grandes problemas a los que diariamente están expuestos los ciudadanos y el vendedor de periódicos no ha sido la excepción. El hombre contó que en repetidas ocasiones los delincuentes le han quitado el poco dinero que logra obtener a partir de su trabajo y que recientemente fue víctima de este flagelo que azota a la capital del Cesar.
“Eran dos hombres con cuchillo y me dijeron que les diera todo lo que tenía en el bolsillo, pero me supe defender. En ese momento se me ocurrió mirar como si algo estuviera detrás de ellos y ellos voltearon para ver qué era lo que yo miraba, y cuando quisieron voltear la vista hacia a mí, con fuerza tiré un bastonazo y le pegué a uno de ellos en la nariz y el otro salió corriendo”, narró.
Así como este, en la capital del Cesar abundan los casos de pobreza extrema, en donde las familias deben sobrevivir con ingresos que no superan los $300.000 mensuales, por lo que consideran, es importante implementar estrategias sociales que les permitan llevar una mejor calidad de vida, especialmente cuando se trata de adultos mayores.
Sin duda alguna, el hombre se ha convertido en referente e ícono para las personas que lo conocen, debido a que ha demostrado tener una fuerza y entrega por su familia que traspasa incluso su propia salud. Finalmente, envió un mensaje para los jóvenes, futuro de la ciudad y el país, y les pidió alejarse de los malos caminos, del vandalismo y dedicarse a hacer el bien.
Ketty Gutiérrez Maestre/EL PILÓN