Uno de los absurdos más grandes que he conocido es la renuencia del pueblo a vacunarse contra ese bicho cruel e inhumano que nos tiene encerrados, arrodillados y humillados, que ha contagiado a más de 100.000.000 de personas y se ha llevado definitivamente a más de 2.000.000. ¡Y los que faltan! La única manera de atacarlo es con la vacuna que la ciencia, de la mano de Dios, ha puesto en nuestras manos.
Hasta ahora hemos conseguido con las precauciones tomadas y un poco de suerte que no nos pique el alacrán y esperamos vacunarnos, con el brazo extendido lo más rápido posible; soy optimista y creo que ya está en camino, muy cerca, porque el gobierno ha hecho las cosas bien y ya se ve una luz resplandeciente al final del túnel.
Se acuerdan que cuando vacunábamos a nuestros hijos contra la tosferina, viruela y polio con la triple, les daba fiebre, dolor de cabeza, malestar general y casi siempre se maduraba el puyazo pero nunca, jamás, un deceso. Eso pasa ahora y ya conozco testimonios de familiares y amigos que vacunados lo confirman y sintieron esos síntomas por 1 o 2 días, pero que ya andan felices “chiflando iguanas”.
¡Qué dicha! Ojalá llegue mañana para tener la inmensa alegría de sentirme a salvo y blindado del virus ese.
No hay razón valedera para evadir la vacuna y hacerlo me parece un acto de irresponsabilidad con uno mismo y desconsideración, indolencia y respeto con los demás. Le pido al Señor que los proteja, pero ¿hasta dónde? Si el precepto bíblico dice “ayúdate que yo te ayudaré”, o ayúdame y yo te ayudo. Es decir, vacúnate y continúas a salvo gozando del privilegio de vivir.
Invito a todos mis compañeros columnistas a fomentar y divulgar esta campaña, algunos tienen muchos lectores, otros menos, pero ninguno, ninguno. Ayudemos a Dios para que cese esta horrible noche y podamos disfrutar de lo poco o mucho de la vida que nos quede.
No hay otra solución, hay que vacunarse y no hay un solo argumento sólido y científico que haya demostrado que la vacuna nos va a matar o causar algún daño, al contrario, nos va a salvar de caer en manos del virus que tantos amigos y familiares se ha llevado y que nos ha hecho llorar tantas veces. Vamos a vacunarnos, no oigan los argumentos perversos de los Jinetes del Apocalipsis que la vacuna nos va a matar, no, al contrario va a evitar morirnos al menos del covid-19 maldito. ¡A vacunarnos se dijo!
ADENDA: No creo, me parece imposible, que Roberto Daza, secretario de Tránsito, no lea EL PILÓN. En días pasados le sugerí, por el bienestar de todos, que ante la falta de semáforos en la calle Grande o 16, los agentes de tránsito regularan el tráfico para evitar posibles accidentes y contrariedades por el caos que se forma.
Como si nada, no lee EL PILÓN, continúan haciéndolo sin ningún conocimiento y responsabilidad los empleados de los contratistas de las obras, que a paso de tortuga se adelantan, y los azules parados en las esquinas sin hacer nada. Lo digo porque lo veo y yo sé de eso. Lo que aquí sugerimos siempre será por el bienestar colectivo y nunca por interés personal, como es el caso de la instalación de un policía acostado en la carrera 8 con 9D antes que haya un muerto en accidente.
ADENDA 2: Lamento con profundo pesar la desaparición de dos buenos amigos: Calixto Mejía Castro, importante miembro de la sociedad vallenata, militante y jefe del Partido Conservador e ícono de la honradez y pulcritud. Hombres como Calixto hacen mucha falta en esta época de crisis en todos los ámbitos; también nos dejó ‘Isma’, sí, el gran Ismael Namén, el amigo y querido de todos. Con sus muertes, el Cesar sufre unas pérdidas irreparables. Para sus familiares mis más sentidas notas de condolencias. Paz en sus tumbas.