El gobernador Luis Alberto Monsalvo gobierna a medias: no comunica, hace propaganda. No tiene una política de participación social y ciudadana. No tiene un programa contra el desempleo. No lidera los temas estratégicos y del futuro del departamento. El gobernador considera que gobernar es invertir las regalías, principalmente en obras de infraestructura, y principalmente que se vean, y coordinar los servicios regulares de cualquier administración, como la salud.
Cuando la gente ha caído más en la pobreza, en el desempleo, en el miedo, el duelo y la desesperanza, de un gobernador se requiere un elemento crucial de una gestión política y gubernamental, el liderazgo. El gobernador podría ejercerlo pero se ha quedado corto en su segunda administración. En la primera lo vimos presidiendo la Conferencia nacional de gobernadores y defendiendo entonces el proceso de paz. Con claridad y valor lo recordamos en su defensa en la W Radio, hace 7 años, frente al presidente de Fedegan, el altivo José Felix Lafaurie. Aquel no parece ser el actual mandatario en zona de confort, sobre la poltrona de sus 300.000 votos y la unanimidad de los congresistas. Lo que se diga, se proteste, parece tenerlo sin cuidado. Es el momento en que más se requiere estar atento al reclamo, a los dolores y angustia del cesarense, que no solo se le complace anunciándole una obra pública.
El gobernador Monsalvo ha manifestado que el departamento registra unos índices de ‘pobreza multidimensional’ menores que los de los otros de la costa. Es una categoría que tiene que ver con elementos materiales, denominados ‘bienes públicos’, que dotan a los habitantes de un lugar. Es cierto que el departamento, con todo y los llamativos despilfarros de regalías, ha hecho obras de todo tipo en los municipios pero, al observarse el otro indicador de pobreza que registra el DANE, conocido como ‘pobreza monetaria’, los ingresos que tienen las personas de un hogar para subsistir, se raja.
Dicho de otra manera, la gente tiene parque iluminado, salón comunal, calle pavimentada, puesto de salud o colegio – aunque operen a medias o con calidad mediana-, pero no tiene ingreso ni empleo estable para el diario. Todo lo consume, y le falta. No puede ahorrar y menos invertir.
El gobernador no escucha, solo desea mostrar lo que hace, es la diferencia entre la pancarta y el convencimiento de la genuina comunicación. No entiende que debe dar participación, no burocrática, sino de espacios de diálogo y trámite de quejas y sugerencias. Es sorprendente que no se siente amablemente, no obstante se lo pidan, con 11 gremios que representan la producción, miembros del Comité Intergremial del Cesar. Menos con sindicatos y campesinos. Gremios de profesionales y la academia. Tampoco exhibe interés de sustituir los empleos de los mineros, ante la salida de Prodeco; no se sienta con esta ni con Drummond, el municipio y la nación, a discutir, intercambiar ideas, identificando acuerdos comunes de progreso para el Cesar. El gobernador puede hacerlo, sabe hacerlo, le ofrecemos todo el respaldo para que lo desarrolle para el bien suyo, del legado de su gobierno y la felicidad de los gobernados.