En días anteriores habíamos precisado en nuestra línea editorial, el cansancio y estrés al que está sometida la comunidad vallenata como toda Colombia por el confinamiento obligatorio decretado por el presidente Duque para intentar aplanar la curva de contagio de la covid-19.
Nuestro editorial hacía referencia a un numeroso grupo de bañistas que, cual domingo normal se fueron al balneario hurtado, lo que obligó a la Policía a disuadirlos y enviarlos a casa. Fuimos noticia nacional. Pero localmente llamamos a la comprensión del comportamiento de la población juvenil.
La administración del alcalde Mello Castro, en vista también del creciente número de contagios en la ciudad, 367 de 499 del total del Cesar, reacciona y, de manera contundente anuncia -porque aún no se ha expedido decreto alguno- que para los próximos 3 fines de semana donde se avecinan igual número de puentes festivos de manera consecutiva, ‘Valledupar no se convierta en Festival’.
Desde luego, varios aspectos hay para analizar. El primero, la potestad que constitucionalmente tiene el mandatario como responsable del orden público en su jurisdicción y, la delegación de la ley presidencial que al tenor de la llamada apertura gradual ha hecho Duque, entregándoles a los gobernadores y alcaldes el control de sus territorios.
No hay duda alguna de que el toque de queda es una medida de control territorial restrictiva, que no ilegítima, para que todos se queden en casa, con poquísimas excepciones. La fuerza pública, entiéndase Ejército y Policía, está autorizada para garantizarlo.
Segundo: La información oportuna a la que tiene derecho la ciudadanía. ¿Ha habido suficiente información y pedagogía? A través de las redes el secretario de gobierno, Luis Galvis Núñez, ha hecho clara diferenciación entre no beber y no circular; empero, ¿dónde está el decreto?, ¿cuáles son las excepciones?
A un día del inicio del toque de queda, nadie sabe si los mercados estarán abiertos, si los restaurantes podrán seguir haciendo sus domicilios; la lógica nos invita a inferir que el personal sanitario público y privado se excluya; igual la prensa, identificada; bomberos, cruz roja, defensa civil, se presume. Pero, ¿quiénes más?
Tercero: ¿Se habrá extralimitado el mandatario en la extensión de la medida? Consideramos que la salud, el orden y la seguridad general de los gobernados tienen prevalencia. Pero qué pasa con el cierre de los comercios, que ya ‘en UCI’, cuando daban sus primeros asomos de mejora con la gradual apertura. La economía en la ciudad está por el suelo y ya lo hemos explicado atrás con cifras. La Federación Nacional de Comerciantes, capítulo Cesar se pronunció igual de fuerte, advirtiendo el escenario que intenta boyar en las turbias aguas de la desaceleración económica. Se podrá aducir que en toque de queda nadie podrá ir al comercio y menos en fin de semana festivo.
Pero valdría la pena mirar una flexibilización para sectores emergentes de la economía como ‘específicos’ comercios e industrias, y los restaurantes y empresas de domicilios que han mantenido la ciudad viva y que lo hicieron desde que se decretó la cuarentena.