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A propósito del celular

Un gran intruso se está encargando de dañar las relaciones interpersonales, nos ocurre de manera frecuente,   al hablar  con alguien, desconocido o amigo ha sufrido del bendito síndrome del desaire del celular. Hacer un alto en la conversación, en la tarea que adelantes,  incluso de manera irresponsable conduciendo el  vehículo, nos damos la maña para mirar ese aparato como si fuese de verdad súper urgente y más importante que nada. ¿Cuántos accidentes por culpa de esta irresponsabilidad?

El  celular fue  inventado para facilitar la comunicación,  y poco a poco se ha convertido en algo supra-valorado.

Nos ensimismamos  y  convertimos en expertos para ignorar a nuestros semejantes. Aquí la situación es el uso desmedido del celular y la particular forma que tenemos todos, quienes lo usamos,  de ser irrespetuosos  con quien interactuamos. El celular daña matrimonios: “Si tu pareja está pendiente del teléfono mientras está contigo, significa que le da prioridad a algo más, que al momento que comparte contigo” esto te lo afirma cualquier psicólogo.

La familia cada vez está más alejada,  aun creyendo estar cerca.  Los amigos se visitan menos y se niegan la posibilidad de un abrazo afectivo al calor de los cuerpos, dejándole esa responsabilidad a los mensajes de WhatsApp e Instagram.

Los mensajes ya no nacen de inspiración propia; para eso están los mensajes que dicen todo, de manera pre elaborado.

Usted nada más diga  que con el celular el sabio Google se lo tiene. Cada día se crece más en este estilo de vida, nos enfermamos más y sucede como aquel que  jura dominar el licor y se considera  una persona sana y bebe todos los fines de semana. El dominio que ejerce el celular sobre nosotros es igual. Pensamos que no, pero sí.  Hay que trabajar de manera urgente en el tema. No es posible seguir irrespetando a quienes nos brindan un poco de su atención y sin un celular en la mano nos responden sin distracción. Seguramente desde este análisis habrá más de uno que dirá “A mí el celular no me domina” amanecerá y veremos. Estamos ante una situación complicada que aporta significativamente a esta crisis social que atravesamos;  hay que trabajar en función de saber que este aparato nos ha cambiado la vida y nos ha vuelto absortos, distantes y mal educados.  Si no me cree haga el ejercicio, mire a su alrededor y hasta en grupos de dos hay uno con celular en mano dándole más importancia que a su interlocutor. “Hola, mi nombre es Eduardo Santos y soy adicto al celular” pero quiero cambiar, es en serio.   Sólo Eso

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Eduardo Santos Ortega Vergara: