En Barranquilla acaba de ocurrir un hecho muy lamentable en el que perdió la vida un bebe de apenas 19 días de nacido. Un perro de la raza American Pit Bull Terrier atacó al menor en el popular barrio Simón Bolívar, lo que generó el rechazo de la comunidad.
Este caso vuelve a prender las alarmas con la tenencia de este tipo de animales en casas de familia. La tenencia permanente de perros peligrosos necesita el compromiso y responsabilidad por parte de los propietarios en darles una crianza y un adiestramiento apropiado a esta clase de animales violentos y agresivos, que de no saber cómo controlarlos pueden causar problemas a su dueño y a terceras personas generando lesiones graves y hasta la muerte del atacado, como ocurrió en la capital del Atlántico.
En otras ciudades del país también han ocurrido casos infortunados y se ha generado el clamor general del control a estos animales. Valledupar no es ajena a esta situación y diariamente se ven en las calles y parques esta clase de animales sin ningún tipo de control.
La comunidad siempre ha denunciado que grupos de jóvenes se reúnen a altas horas de la noche para poner a pelear a perros Pitbull, generando temor entre la comunidad.
Los parques de los barrios San Martín y Los Cortijos en una época, así como en los alrededores del Coliseo Cubierto, eran utilizados como escenarios de pelea entre esta clase de animales.
La Administración Municipal debe tomar medidas correctivas en la ciudad antes de que ocurra algún incidente con menores de edad. Es muy fácil encontrar a los dueños de esta clase de perros, en los parques y en las áreas de cesión de urbanizaciones. Hay legislación sobre el control de esta raza de perros, solo hay que aplicarlas para que no ocurra un hecho como el de Barranquilla. La Corte Constitucional en su sentencia T-889 de 1999, en un pronunciamiento frente a la convivencia con humanos de los perros raza pitbull considera que “Un ejemplar de la raza American Pit Bull Terrier dadas sus condiciones genéticas, es un animal que tiende a la agresividad, un ejemplar educado a cohabitar en un apartamento, en su tiempo de salida, pretenderá desarrollar toda su energía acumulada, lo que le hace tender a la agresividad, tal y como se advirtió en el numeral anterior, no solo frente a los seres humanos incluido su propio dueño, sino también frente a los demás animales que se encuentren en su entorno”.