Hace unos días, El Heraldo publicó en una página interior: “90% de los pozos entregados en La Guajira no funcionan”. Como guajiro me interesó el tema y leí el contenido. Me quedé privado porque todavía en La Guajira se siguen robando la plata de manera tan vulgar y no pasa nada. Todo se queda en bla, bla, bla, y los entes, los inoperantes y risibles entes de control, no hacen nada.
Para hablar en números redondos, 15 mil millones de pesos para hacer 30 pozos profundos con el fin de proveer a la población agua potable y regar unas matas de plátanos, guineos, yuca, maíz y de pronto unas hortalizas en huertas caseras que nunca exceden de media hectárea, es decir, 500 millones de pesos para un cultivo de esos.
¡Qué horror!, qué descaro, con razón hay tanta ruina, hambre, miseria y desnutrición. ¿Cuánto será el costo real de una parcela de esas, incluyendo el pozo? No pueden costar más de $150 millones, yéndome por las nubes. ¿Dónde están los otros $350? ¿Qué se hicieron? ¿Dónde fueron a parar? ¿Quiénes hicieron esas obras?
Se esfumaron y para rematar ya 20 pozos están fuera de servicio, secos y por ende las huerta se secaron en menos de 2 o 3 años de inauguradas.
¿Será que como siempre no pasará nada? Por qué la Contraloría Nacional, porque con las departamentales no hay nada que hacer, no hace un estudio juicioso y constata la inversión real y pone al descubierto a los protagonistas de estos inmorales y horribles robos.
Pobre mi Guajira, todo continúa pestilente y podrido y me cuentan que algo parecido está pasando con los espejos de aguas cristalinas de los embalses que se iban a llenar con el agua de esos pozos. Algunos se están surtiendo del acueducto de Manaure, la tierra del inolvidable ‘Mananchy’, porque los pozos no dan ni una gota. Ojo señor ministro Malagón, cuidado la corrupción Guajira lo empapela.
Hace más de 60 años, en el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla se construyeron unos pozos artesanos e instalaron molinos de viento con buenos resultados, pero fueron insuficientes. ¿Por qué no los reviven? Pero que sean bastantes, ya que son muy baratos y con $15.000 millones hubieran inundado a la península y todos tendrían agua para beber y de pronto regar algunas maticas.
También recuerdo que hace más de 60 años, Insfopal giró una buena partida para el acueducto de Riohacha. Tiempo después estuve en el hotel Almirante Padilla, y al abrir la ducha, nada, ni gota, y tuve que bañarme con una totuma en el patio con una pantaloneta que me prestó mi buen amigo, mi hermano, el viejo Sánchez, porque la partida, que era grande, se había esfumado, se la llevaron los alisios.
¿Hasta cuándo, Dios mío, tendremos que soportar y sufrir estos actos de corrupción? ¿Hasta cuando San Juan baje el dedo?
Ya es hora que al menos el sur de La Guajira despierte y haga presencia como en los tiempos de Luciano Aponte, Luis Felipe Ovalle, Román Gómez y Rodrigo Dangond, o será que los sureños, de Fonseca a La Jagua, tenemos que manifestar nuestra inconformidad por la corrupción norteña adelantando un movimiento ciudadano, tal como está pasando en el Cesar, para anexarnos a este departamento. A mí me suena la idea, no sé si a los demás.
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Felizmente, el día de ayer me vacunaron. Felicitaciones a la Alcaldía, a la Gobernación y a mi EPS Colsanitas. Como van, van bien y pronto erradicaremos el maldito bicho que tantos seres queridos se ha llevado.