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A mi hijo tiene que bautizarlo López Pumarejo “Octaviana Yaneth”

Por: Jose Gregorio Guerrerro

josegregorioguerreroramirez@hotmail.com

 

Octaviana Yaneth fue una de las mujeres más liberales que ha dado esta tierra, mujer distinguida e inteligente, de esas inteligencias naturales que brotan de los manantiales del alma y hasta terminan confundiéndose con la misma sabiduría divina.

El dia lunes  primero de julio de 1940 dio a luz “Tavia”, como se le llamaba por cariño; lo primero que le preguntó a la comadrona fue el sexo del pequeño ser que acababa de nacer, esta con una sonrisa le contesto: fue  barón, esto es un muchachón, parece un querubín. No lo pensó dos veces Tavia, cuando dijo a boca llena, y a los cuatro vientos: mi hijo se llamará Alfonso Lope Yaneth Quintero, y Lope sin z para diferenciarlo, en nombre de la Virgen del Rosario, el mismo Alfonso López Pumarejo tiene que bautizármelo en esta tierra que lo hizo grande, y  que tanto quiere a su hijo Alfonso López Michelsen. Es mi deseo y un deseo de una vallenata liberal se respeta.

El niño creció con todas las de la ley, muy bien educado, y querido de las casas vecinas del Cerezo, la casa de Fina Castilla,  Minerva Córdoba,  Julio Monsalvo y su docena de gatos agalleros, Anita de Larrazábal, Sixta la de Basilio y la de Adela Gutiérrez ( mi abuela materna), todas estas casas formaban una sola familia, compartían desde un pan, hasta tristezas y alegrías; humildes, pero con principios fraguados en la verdad, al punto de colocar cada una un granito de arena para el desarrollo de Valledupar.

Tavia siempre estaba pendiente de cuando visitaría López Pumarejo a Valledupar para que le bautizara a

“Poncho” y decía con propiedad: carajo mi compadre será que se olvidó de estas tierras? Refiriéndose al ex presidente López Pumarejo, su compadre imaginario.

Transcurrieron once años, ya casi a Poncho le colocarían pantaloncitos largos, que era el pasaporte para la adolescencia, y nada que lo habían bautizado, pero Tavia decía que así fuera bautizado a los treinta y tres años como a Jesucristo, pero tenía que ser su compadre López Pumarejo el encargado de bautizarlo. el Lunes Santo 13 de abril  de 1952 le llega a Tavia un papelito muy bien envuelto, el mensajero le dijo que el recado lo enviaba el doctor Pupo, el papelito parecía más un Marconi que un mensaje informal de solución a un sueño y decía: querida y apreciada Tavia, hoy llega su compadre López Pumarejo, va para la procesión de Santo Ecce  Homo, pero antes va a almorzar en mi casa una exquisita cazuela de aves, lo que nosotros provincianos llamamos sancocho de gallina, te espero antes de las cuatro en punto con el ahijado, vestido de rojo. Así fue, Tavia no se cambiaba por su peso en oro, iba a conocer a su compadre imaginario del alma y a bautizar a la debilidad de su vida, a Poncho.

Un joven vecino fue el encargado de ayudarlo a arreglar, la cita era la más importante de su vida,

El joven vecino era el gran Chemita Núñez,  delgado de pobre estatura, de sonrisa pronunciada, muy diligente y de caminar jacarandoso. A las 3:59 estaba entrando Tavia, Poncho, Chemita, y el padre Vicente (ángel del rajad y mellado) a la casa del doctor Pupo.

Cuando Tavia vio a López Pumarejo abrió los brazos, el oxigeno de sus pulmones salió a ver la causa de tanta impresión, y le dijo en voz alta: “Al fin parió Paula… míralo Chemita igualito al de los afiches, que estampa de hombre, compadre, usted parece un ángel caído del cielo”,- exclamo- Era el día mas importante de su vida.

En medio de la emoción desenfrenada se les olvido llevar madrina escogiéndola al momento de celebrarse el sacramento y la afortunada fue la joven María Margoth Mestre, así se llevó a cabo uno de los acontecimientos más grandes ocurridos en el barrio El Cerezo.

Poncho murió el pasado 13 de abril, pero con toda seguridad fue recibido en las puertas del cielo por Tavia,  Mamadela, Yiya, Anita, Sixta, Yuyo, Julito, Rorro, Pablo Arias Molina, y por su padrino López Pumarejo. Paz en su tumba, y acompaño en su dolor a la Lucy la pelio, a Laura, a Juan, y a sus cuatro hijos.

Poncho fue un ser humano único, era de los que quedaba desnudo si alguien necesitaba la ropa, buen hermano, buen padre, pero esos son los deseos del jefe de los ejércitos del mundo, el Dios del cielo y de la tierra.

 

 

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