Por: JACOBO SOLANO CERCHIARO
“El nacimiento y la muerte no son dos estados distintos, sino dos aspectos del mismo estado” Gandhi. Con esta frase del líder hindú quiero resumir lo que fue la vida de Marina Cerchiaro, y digo Cerchiaro porque no le gustaba que le cambiaran, ni la escritura ni la pronunciación al apellido original, fue una de las mujeres más orgullosas de su origen que he conocido, y si Luigi Cerchiaro nos dejó esa gran herencia de contar con nuestra doble nacionalidad, fue Marina con su tenzón y enjundia quien materializó ese anhelo. Hablar de mi querida tía, es iniciar en su Fonseca del alma, la tierra de los verdes cañaverales, de gemidos de trapiches, relinchos de caballos, muchachas bonitas y tardes primaverales como reza Hermosos tiempos del gran Carlos Huertas, allá donde vivió y compartió con amigas entrañables como Nora Solano, Cholo Acosta, María Luisa Ortiz, Silene Medina y muchas más; donde fue un referente para la educación de la época, son muchos los que recuerdan las clases la seño Marina, con autoridad y buenos valores. Entre sus hermanos se destacó siempre por ser el eje y en su casa siempre había comida para el que llegara; en Barrancas, su segunda patria chica, la relación con Yolanda y Sofía Cerchar fue de hermandad y fraternidad, similar al sentimiento que la unía a Clara de Marulanda y María Helena Iguarán.
El liderazgo de Marina se evidenció cuando, junto a Manuel Escalante, Manuel Esteban Cuello, Ténore Velázquez, entre otros, decidieron crear el Festival del Retorno que tanta identidad le ha dado a su tierra. Era una mujer aguerrida y bravía que peleaba como fiera por sus convicciones, pero muy espiritual y cercana a Dios, con sus grupos de oración y los coros de canto en los que desplegaba otro de sus talentos, su bella voz. Si alguien tiene un puesto asegurado en el cielo es tía Marina. Otros de las virtudes que la caracterizaba era la solidaridad, me parece verla recogiendo dinero entre los ricos para colaborar con la restauración del templo de Fonseca o con las voluntarias de la Liga de Lucha Contra el Cáncer de Valledupar: Alba Castro, Elisa de Dangond y Vilma de Soto, entre otras, intentando ayudar a los enfermos de esta terrible enfermedad. En cuanto a los sepelios, era la primera en alistarse para acompañar a los dolientes en toda la comarca del Cesar y La Guajira.
Quiero decirle a Elba y Leonor, y en especial a Patricia y a Juan Jaime que nos va a hacer mucha falta, pero debemos seguir en honor a ella, aquí la lucha continúa y la mejor manera para honrar su memoria es cumplir nuestros sueños para que se sienta orgullosa. Descansa en Paz Marina Cerchiaro.
Twitter: @JACOBOSOLANOC