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A las madres

No es tarde para escribir sobre ellas. En casi todo el mundo se celebró el pasado domingo ocho de mayo el día de las madres y se hizo justo reconocimiento a esa figura paradigmática para quien todo elogio es pequeño. Para mí, todos los días le debemos reconocimiento a ese ser ten bello y adorado.

En Colombia y en especial en esta tierra vallenata cobra especial significado, pues en medio de las tragedias en las que vivimos, sobresale como símbolo de sufrimiento que genera cualquier acto de violencia, el papel abnegado de las mujeres que soportan la pérdida de sus hijos, con todo el dolor que ello conlleva.

Madres de policías y soldados muertos en defensa de nuestra democracia o retenidos arbitrariamente por los grupos alzados en armas, madres de ciudadanos y niños inocentes asesinados en actos de salvajismo que rechaza la conciencia civilizada, madres de seres que mueren víctimas de la delincuencia y la intolerancia; madres que soportan la muerte de un hijo por robarle la moto o un celular, madres que soportan la muerte de una hija asesinada por su propio esposo, madres de hombres y mujeres secuestrados, madres, en fin, martirizadas en un país o en nuestro pueblo que parece insensibilizado ante tanta hostilidad insensata.

Para ellas ese día no fue de celebración. Pero el mensaje de amor y solidaridad de sus familiares, sus allegados y todos en general que buscamos interpretar en estas líneas servirá para reconfortarlas. A ellas, así como a las mujeres que puedan ufanarse de conservar a sus hijos, rendimos el homenaje que se merecen a través de esta columna. No son sólo fuente de vida por excelencia sino sostén de los valores que hacen digna la existencia, y ahora más que nunca están haciendo falta para sacar a nuestra Colombia del oscuro túnel de la violencia.

Desde esta columna les rindo un homenaje a todas las madres vallenatas y en especial a mi viejita inolvidable y adorada Lety Palmera, a mis tías Dominga y Susana que mi Dios las tenga en el cielo.

Como es mi costumbre trataré otros temitas: sería bueno retomar el tema sobre la invasión de los terrenos localizados en el Cerro de las Antenas donde está instalado el monumento a nuestro patrono Santo Ecce Homo. Es el momento para que las autoridades intervengan esta zona y desalojen a los actuales invasores. Si dejan que esta invasión siga prosperando nos pasará lo que nos pasó con el mototaxismo, que se nos creció y ahora es de difícil solución. Aprovecho para solicitar al señor Alcalde que inicie una investigación o averiguación de 43 hectáreas en este mismo sector del Cerro de propiedad de las empresas públicas municipales que estaban destinadas para ubicar el Jardín Botánico. De esto hay levantamiento topográfico y planos. Sería bueno saber qué rumbo cogieron y quién se la robó, es más, entiendo que estaba cercado.

El otro tema a retomar es el de las ciclo rutas, esto no puede quedar en el olvido como todas las cosas en Valledupar que le echan tierra. Son 1.253 millones que se están perdiendo por culpa de una administración irresponsable como la anterior. Espero se investigue y se sancione al autor de esta embarrada de obra, que sirvió para la última mermelada. ¿Ustedes saben quién fue el responsable? Nada más y nada menos que el hombrecito más embustero y mentiroso que ha dado Valledupar. Blanco es y gallina lo pone.

Postdata: rechazar enérgicamente el atentado contra la doctora Imelda Daza, mujer creyente de la paz, y finalmente, estoy totalmente de acuerdo con el taxímetro para los taxis y el pico y placa para las motos, exonerando los estudiantes de esta medida.

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Alberto_Herazo: