Por Luis Eduardo Acosta
“Por eso no puedo callar, lo que me da sentimiento…”
Vino a mi pensamiento el aparte transcrito de la canción titulada “Adiós a un amigo” de la autoría de Enrique Coronado, incluida por Los Hermanos Zuleta en 1979 en el LP “Dinastía y folclor” a propósito de la mala nueva que recibí esta noche desde la ciudad de Valledupar.
Estupefacto y con perplejidad escribimos esta nota al enterarnos de la prematura partida para siempre de un Vallenato ejemplar, de un amigo sincero y leal. Nos referimos a Luis Augusto González Pimienta, con quien cultivé, una buena amistad, ya en las postrimerías de sus años por vivir.
Mi última conversación con él, sucedió, a mediados del mes de enero, cuando me llamó, para decirme que le alegraba mi vinculación al periódico “El Pilón” con la publicación de algunas crónicas coloquiales, pues le gustaba mi estilo, estaba feliz por ese motivo ya que desde noviembre de 2009 quiso presentarme ante los directivos de ese periódico y nunca le cumplí la cita, siempre pasaba algo.
Sin duda, debe estar mamándole gallo a todo el que se encuentra, y absorto ante los encantos de Dios y sus expresiones de infinita ternura, allá donde las cosas del pasado, son solo eso, pequeñas e insignificantes, desde allá donde el amor es inconmensurable y la paz eterna, enviará los ángeles de la resignación a su familia, y ayudará para que sus amistades y colegas sigamos su ejemplo como hombre honesto, decente, responsable y amigo de sus amigos.
Seguramente el más sorprendido con su muerte fue él, y no creo que se haya ido resignado, pues los términos de nuestro diálogo, que ahora sé que era de despedida, no me hacían presagiar, un desenlace brutal para su futuro inmediato, por el contrario, ya me estaba hablando de la proximidad del Festival Vallenato, y a propósito, de una nota que se me publicó que titulé, “Los palos de Valledupar”, me dijo, que los palos caídos sobre los cuales escribí, ya se habían parado, “y sin viagra”.
Pensé cuando recibí la llamada de nuestra común amiga María Inés Arteta Echeverría, que me estaba tomando del pelo, y que él seguramente estaba a su lado, pues no creía posible su viaje a su encuentro con el altísimo en la plenitud de su primavera intelectual, pero la primacía de la realidad es superior a uno así se piense con los deseos, ha compartido entonces con Jesús el misterioso camino de la muerte, tengamos fe, que compartirá también con el de regreso, el camino de la gloria y la resurrección.
“La vida es corta y el recuerdo perenne” Ghothe