Por Rodolfo Quintero Romero. @rodoquinteromer
Hace 65 años fue asesinado el más importante líder popular en la historia de Colombia: Jorge Eliécer Gaitán. Paladín de las ideas de justicia social, equidad, democracia ypaz que en los años treinta y cuarenta,del pasado siglo, lograron educar y movilizar políticamente a miles de ciudadanos en defensa de sus derechos y de una vida digna y decorosa.
Pero Gaitán vive. Su pensamiento político, su lucha por la restauración moral y democrática de la república siguen vigentes, lo mismo su exigencia de profundas reformas económicas y sociales necesarias para construir una sociedad moderna y vivir en paz, esa que no hemos podido disfrutar desde el día de su atroz asesinato.
Este 9 de abril, miles marcharemos en apoyo a los diálogos de paz de La Habana. No para respaldar a la guerrilla o a la reelección del presidente Santos, lo haremos porque consideramos que el conflicto armado debe cesar. Que este desangre fratricida no debe continuar porque solo beneficia a una ínfima minoría que teme perder sus privilegios cuando no pueda seguir estigmatizando los reclamos ciudadanos en el marco de una democracia robusta.
La sociedad civil en ejercicio de su derecho constitucional a la movilización y a la libre expresión de sus ideas, marchará pacíficamente para visibilizar su sueño de reconciliación. Saldremos juntos, en medio de la diversidad y la pluralidad propia de una sociedad abierta, para exigir el final de la guerra y nuestro derecho a construir el país que nos merecemos. La marcha no tiene dueño, es de todos. No será para el odio ni por el odio.
No es una marcha contra nadie, ni siquiera contra los enemigos de la paz, contra los señores de la guerra. Es una manifestación democrática que convoca a todos los que creemos que los métodos violentos son anacrónicos, obsoletos para dirimir nuestras diferencias y que es hora de darle un manejo civilizado a nuestras contradicciones.
Hay que salir a demostrar que la paz es un anhelo popular posible de alcanzar. Que no es el capricho de un presidente en busca de votos y gloria. Que son más de cincuenta años de desangre que debe parar ya. A exigir que no se dilaten las negociaciones y se incorpore también a ellas el ELN. Nada es más pernicioso que la continuación de esta guerra infame. Esta guerra de pobres contra pobres en beneficio de unos pocos.
¡A la calle! Mujeres y hombres, jóvenes y adultos, a caminar en solidaridad con todas las víctimas de todas las violencias; con los desplazados; con las niñas y niños involucrados en un conflicto que no les pertenece. Salgamos por el futuro de nuestros hijos que no merecen vivir una vida de miedos y terrores. Salgamos por las mujeres discriminadas y vejadas desde tiempos inmemoriales; por la alegría y el bienestar que nos merecemos.
Marchemos impregnados del espíritu de Nelson Mandela, quien después de veintiocho años de cárcel no salió reclamando venganza contra sus carceleros sino llamando a la reconciliación y a la unión de su nación sin diferencias de raza, clase o religión.