Desde la firma de los acuerdos de paz hace cinco años en Cartagena, cuya voluntad, luego de algunas modificaciones, a raíz de la desaprobación del Plebiscito, fue ratificada semanas después en Bogotá, en el Teatro Colón, es menester recordar que este medio, siendo un periódico no partidista-electoral, tiene dentro de su políticas editoriales la promoción de la democracia y la paz. Esta última además de ser un objetivo constitucional en Colombia, contemplado en la Carta Política de 1991, es un propósito universal que apoya la gestión de la comunidad de naciones, como fin de la relación entre estados y dentro de los mismos estados soberanos.
Por eso, respaldamos desde estos editoriales el proceso de paz con las Farc. Es satisfactorio que hoy cumplimos más de un lustro de no registrar en nuestras páginas un solo hecho de agresión, secuestro, extorsión, propiciado por la otrora temible guerrilla en nuestros departamentos, en particular en los del Cesar, La Guajira y Magdalena.
La paz no podía ser perfecta, la firma era desde el inicio una hoja de ruta, un punto de partida, de construcción de paz y reconciliación. La paz no podía ser completa, cuando se sabía que se limitaba a las Farc, la única organización en capacidad algún día de imaginar una toma violenta del Estado, pero no comprendía al ELN, no resolvía el combate a las bandas residuales, provenientes de las viejas autodefensas, ni las de la protección a la actividad del narcotráfico.
Apoyamos una visión de implementación integral de los acuerdos, incluyendo los derechos y reparación de las victimas, el ejercicio de la JEP, una reforma rural integral y moderna, la defensa de los derechos humanos, la protección de líderes sociales y de los reincorporados y la participación política del nuevo partido y de las circunscripciones de las víctimas en el Congreso, aspectos a los que el actual Gobierno no les ha dado toda la prioridad, como a la JEP, reincorporación de los ex-combatientes, desarrollo en los municipio PDET, objeto de planes especiales elaborados con el concurso de la ciudadanía.
El movimiento Defendamos La Paz, constituido por negociadores del acuerdo y los sectores políticos amigos del proceso, dirigió una carta, con ocasión de su elección, al presidente norteamericano Joe Biden, un amigo de los Acuerdos de Paz, lamentándose de que “gran parte de lo pactado no se ha implementado, mientras que la puesta en obra de otros aspectos se está llevando a cabo con lentitud, pocos recursos, o incluso en medio de objeciones presidenciales, como es el caso del sistema para garantizar los derechos de las víctimas y la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP. Por otra parte, nos preocupa que el último informe de la Misión de Paz de las Naciones Unidas reporta que, entre 2016 y 2020, han sido asesinados 248 excombatientes que estaban cumpliendo..”. Ya estos se acercan a 300 y se señalan hoy por la ONU como el gran lunar del proceso de paz. Sus resultados, con todo y dificultades, son inmensos, y señalan un desarrollo en la dirección correcta para el bien de todos.