X

2023 ¿Qué se viene?

El mundo no ha venido cambiando, ha venido más bien, metamorfoseándose. El  cambio implica una senda evolutiva mientras que la metamorfosis es un cambio abrupto y repentino. 

Y ejemplo de ello hay muchos, desde la irrupción tecnológica pasando por la elección impensable de Trump  como también la de Petro hasta la aparición imprevista del Covid19, la guerra  de Rusia a Ucrania y la respuesta a Putin.  

Colombia votó en las presidenciales por un cambio, no por una metamorfosis. La gente quiere una senda evolutiva y no un cambio abrupto. Y es ahí cuando Petro se equivoca porque  confunde el mensaje.  Es más, la ciudadanía quiere salvaguardas por si las cosas no salen bien. Y no están saliendo bien. 

Además, no hay nada más equivocado que  pretender resolverlo  todo a la vez y la razón es  sencilla:  es un imposible debido a que ninguno de los problemas de Colombia tiene fácil arreglo.

Y si pretenden hacerlo señalando, acusando, estigmatizando, es decir, resaltando más las diferencias que nos dividen, que los factores comunes que podrían unirnos pues, peor. El Gobierno nacional tiene que esmerarse por promover escenarios  que construyan vínculos de confianza y de cooperación para facilitar que los distintos, trabajen juntos. Y no lo está haciendo. 

Tiene que elaborar el pegamento de la sociedad y ello será un imposible en el 2023 y las razones son varias. 

Las abejas y las hormigas trabajan juntas porque, por naturaleza, su pegamento es el parentesco, permanecen unidas porque son familias, casi todas hermanas: las reinas ponen todos los huevos. En Colombia es necesario buscar puntos de encuentro porque los cambios -no las metamorfosis-  se logran desde la cooperación y no desde la confrontación.  

Pero habrá dos factores que no ayudarán: la economía y las elecciones de octubre. 

La primera, la económica. El país anda a tope con  12.53% de  inflación, la más alta en 23 años, pero no solo eso, el país crecerá el año entrante un 1.2% según la OCDE;  la devaluación del peso marcó ayer $4.825  por dólar  y el precio del petróleo Brent   U$77.9 dólares/barril  cuando en junio estaba en  U$120.   

Y he aquí el asunto: el estancamiento o el “decrecimiento” económico aparte de crear problemas macroeconómicos provoca un clima de enfrentamientos, violencia y el ascenso de movimientos políticos de ultraderecha. Fragmenta. No une. Es un juego de suma cero en que la lucha es feroz porque el pedazo de torta no alcanza para repartir. 

Contrario es, cuando hay crecimiento económico inclusivo. Benjamín Friedman escribió que cuando la economía crece, potencia oportunidades, movilidad social y equidad; la polarización disminuye porque cuando el pastel se agranda, el reparto es más tolerable  porque alcanza. 

El otro factor, son las elecciones: las campañas políticas fracturan, polarizan, dividen en “nosotros” y “ellos” y crean hostilidad. Emburbuja a la gente en cada bando. No permite construir vínculos, ni cooperación.

Así pues, podemos tener, para el 2023, una tormenta perfecta, de jaladas de mechas permanentes y  en que la pirinola puede caer en todos pierden.  

Categories: Columnista
Enrique Herrera Araujo: