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2013-2014: Retos y desafíos

Por Imelda Daza Cotes

El año termina y son enormes las expectativas mundiales. La crisis económica sigue golpeando a los ciudadanos de países desarrollados, con tasas de desempleo insoportables, economías estancadas y los buitres financieros al mando de la situación que, por eso, no logra superarse.

Europa parece no encontrar el camino a la recuperación.
Por contraste, los nuevos protagonistas Brasil, Rusia, India, China -BRIC- emergen como nuevos polos de desarrollo, fortalecen sus economías, aunque no resuelven el problema de la pobreza.

La economía China crece a un ritmo estrictamente planificado e imparable, extiende sus lazos a regiones distantes como Latinoamérica y desplaza a EEUU, cuya hegemonía se reduce. China es hoy el principal socio comercial de algunos países latinoamericanos exportadores de materias primas; pero China procesa (agrega valor) esos insumos, genera mucho empleo y los transforma en productos.

El rezago educativo y la precaria soberanía sobre sus propios recursos le impide a una parte de América Latina hacer lo mismo y aprovechar mejor sus riquezas naturales. Sin embargo, los países que decidieron proscribir las recetas neoliberales, recuperar el derecho a explotar sus recursos e invertir en educación, caminan hacia una mejor sociedad.

En Colombia, el 2013 ha sido un año convulsionado por los problemas nunca bien atendidos. La violencia persiste y la criminalidad, en todas sus variantes, es parte del paisaje. La corrupción no da tregua, es insaciable. La economía crece sin redistribuir la riqueza y aunque el desempleo se reduce a un dígito la informalidad es del 59%, todo lo cual se traduce en pobreza y calamidad social.

La locomotora minera contamina más y aporta muy poco si se compara con los beneficios de las transnacionales. Se hicieron evidentes los efectos nocivos de los TLC sobre el campo colombiano. La quiebra de la economía campesina generó duras protestas que sacudieron al país. Fueron multitudinarias las demostraciones de inconformidad de obreros, estudiantes, mujeres y comunidades marginadas. Las organizaciones sociales se fortalecieron.

Pero el 2013 nos deja un proceso de negociación política que avanza y promete culminar con la firma de un Acuerdo de fin del conflicto. El país dio un salto significativo, ahora es posible creer en la paz, en la posibilidad de recuperar la institucionalidad y rediseñar la democracia de manera que las decisiones gubernamentales se correspondan con los intereses de las mayorías.

El 2014 alberga enormes retos y nos enfrenta a grandes desafíos como el proceso de paz y las elecciones que trazarán el inmediato futuro. Buen juicio y mucho acierto, son los deseos para el próximo año.

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