Durante dos años los líderes de la comuna cuatro de Valledupar no cesaron ni un segundo en sus reclamos, peticiones y llamados a las autoridades municipales, para que la adecuación y reconstrucción del centro asistencial situado en el Centro de Desarrollo Vecinal –CDV-, situado en los límites de los barrios Sabanas del Valle, Manantial y El Pupo, no se convirtiera en un ‘elefante blanco’ más.
Sus solicitudes eran apenas justas. Se trata del centro asistencial adscrito al Hospital Eduardo Arredondo Daza que recibe a usuarios y pacientes de un sector que alberga a más de 30 mil personas en la capital cesarense. Una población acostumbrada a encontrar en este Centro Desarrollo Vecinal, respuestas a sus necesidades más apremiantes: salud, educación, capacitación, entre otros. Los CDV son el resultado de una estrategia implementada por el Gobierno Nacional desde la década de los 80, bajo el concepto de tener en un complejo servicios básicos para comunidades menos favorecidas. El CDV Valledupar trascendió en el tiempo y siempre se ha caracterizado por cumplir con esos servicios, que con el pasar de los años fueron creciendo, a tal punto que hoy tienen una sede alterna del Servicio Nacional de Aprendizaje –Sena-, para ofrecer capacitación a la comunidad aledaña.
De ahí el interés de los líderes comunales para que las obras del centro asistencial no quedaran en simples promesas, luego de que en la administración de Luis Fabián Fernández se iniciaran los trabajos, que finalmente fueron concluidas por la administración Socarrás, después de 24 meses, y entregados a la comunidad.
¿Por qué una obra en la que solo se invirtieron quinientos millones de pesos, para infraestructura y dotación, demoró tanto? ¿Dónde queda la eficacia y eficiencia que pregona el sector público?
Aunque la inauguración de la zona de urgencias se hizo este lunes con un acto destacado y en principio es un alivio para las personas que habitan en los barrios cercanos, queda un mal sabor entre los líderes de la comunidad que aseguran que “esta es una odisea que se repite cuando la población está pendiente de la consolidación de una obra”.
Los aplausos son para los ciudadanos que se convirtieron en los veedores naturales de la acción pública, que no descansaron hasta ver inaugurada la obra. Y a su vez se les extiende una invitación a seguir vigilando la inversión de los recursos públicos, de los cuales depende el bienestar común.
Ahora le corresponde al equipo de trabajo del centro asistencial del CDV –médicos, enfermeras, auxiliares y personal administrativo, y a la comunidad usuaria cuidar de esta obra tan necesaria para la zona.