Por: Raúl Bermúdez Márquez
Hace unos días asistí a una reunión convocada por la red de universidades del Cesar, donde se expuso por parte de una funcionaria del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), un estudio realizado para la alcaldía de Valledupar cuyo objeto era precisar sectores de la economía local que tienen un gran potencial en la generación de empleo en la ciudad y a los cuales las universidades y otras instituciones de educación superior deberían apuntar para definir su oferta educativa.
Confieso que salí preocupado. El estudio se centra en el sector de infraestructura y se basa en la mano de obra que demandarán macroproyectos como el del Sistema Estratégico de Transporte Público (SETP), construcción de viviendas de interés social y de varios hipermercados. Y la preocupación toma forma en inquietudes como las siguientes:¿Tiene el sector de la construcción una dinámica propia que le permita la creación de puestos de trabajo de manera sostenible? ¿O responde más bien a necesidades coyunturales? ¿Cuándo terminen las obras mencionadas, cuáles son las alternativas para absorber esa mano de obra cesante?
En cambio, existen sectores de la economía, como el de los alimentos, que siempre tendrán que atenderse porque la demanda interna y externa va en aumento. Valledupar, según el DANE, es de las ciudades de Colombia más caras y a ese resultado contribuye de manera muy significativa el renglón de los alimentos. Y era de esperarse. En la ciudad y en la región, las únicas agroindustrias que tienen algún grado de desarrollo son las de lácteos y carne bovina. El resto de la dieta alimentaria procede de otras regiones (granos, cereales, verduras, frutas, productos avícolas, porcinos y especies menores). Y ni se diga del resto de artículos que forman parte de la canasta familiar: ¡la gran mayoría viene de afuera!. Lo paradójico del caso es que contamos con todos los pisos térmicos en el Departamento del Cesar que nos permitiría producir cualquier clase de alimento. Aún más, como bien lo apunta el presidente de Asomec, Álvaro Tavera, en un artículo de El Pilón del 12 de Septiembre, existen en el Cesar todos los elementos para provocar un gran desarrollo empresarial, pero factores de índole política han dado al traste con ese anhelo regional. En ese contexto, sale a la luz pública un fundamentado estudio realizado por el programa “Valledupar Como Vamos”, sobre calidad de vida en la ciudad de Valledupar, que incluye temas como educación, salud, pobreza, economía y que dentro de sus conclusiones básicas afirma que Valledupar, con “los problemas propios de las ciudades globalizadas: subculturas urbanas, inseguridad, desempleo, densificación, suburbanización, hacinamiento, competencias ciudadanas, etc., merecen un ejercicio distinto más allá de la acostumbrada expansión en obras públicas y nos centremos a pensar en el ciudadano, su cultura y construcción de un capital humano que inicie la transformación de la ciudad en un período de tiempo determinado, ejercicio en el que debemos contribuir todos. Esa es la piedra angular de la ciudad que queremos construir todos en un futuro”.
Señor Alcalde, en su campaña en más de una oportunidad le escuché que antes que el cemento, está el hombre. Por eso, no me asiste la menor duda de que su prioridad es hacer mucho más humana la ciudad de nuestros ancestros. Obras sí, pero en el marco de un gran desarrollo humano y sostenible.
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