En estos 100 días, Petro pateó el tablero del statu quo y le apostó al cambio. La gente votó por un cambio. El gran problema es que cambio sí, pero no así.
Petro es rimbombante y maximalista en sus anuncios -tiene espíritu de mesías, quiere salvar al mundo y, claro, ni Jesucristo pudo hacerlo, lo mataron por intentarlo- pero será, por lo mismo, corto en resultados.
Quiere salvar a la humanidad del cambio climático aunque sea sacrificando a Colombia prohibiendo las nuevas exploraciones y explotaciones de petróleo y gas. Transición energética sí, pero no así.
También quiere, no sin razón, que se legalice a nivel mundial la cocaína. Con él todo es orbital o total. Anuncia la pomposa Paz Total cuando la coca creció, en el gobierno de Duque, un 43% en área, un 14% en productividad y, por la trepada del dólar, en rentabilidad. Con esos números no hay incentivos para dejar el negocio y, por tanto, el espacio de maniobra para la Paz Total se acota.
Quiere repartir 3 millones de hectáreas pero con el presupuesto para el 2023, en el mejor de los casos, podrá comprar no más de 41 mil; pero no es solamente ello, es que la agricultura del futuro necesita cada vez menos tierra pero más tecnología y competitividad.
Quiere refundar el sistema de salud aunque sea sacrificando el existente. Y así va, de narrativa en narrativa pero de sola narrativa no vive el hombre; necesita resultados. Plantea soluciones fáciles a problemas complejos y eso, nunca sale bien. Debería reducir las expectativas para que, por falta de resultados, no pierda credibilidad y gobernabilidad.
Tenemos un presidente idealista que vive en un mundo ideal pero no en el real. Sus propuestas, exceptuando la reforma tributaria, siguen en anuncios; no tienen papel ni hojas de ruta y han deteriorado el clima de negocios e inversiones. Y ¡El mercado no perdona! El dólar superó los 5 mil pesos; la inflación, la mayor del siglo; y en el 2023 el crecimiento será casi cero.
La ciudadanía reclama cambios que no pongan en riesgo los logros presentes pero los anunciados no son el cambio de la esperanza sino de la intranquilidad, desconfianza y polarización y para salir de la crisis requerimos más cooperación que confrontación.
Petro quisiera que el Estado-Nación tomara -sin poder hacerlo- el control de la economía nacional y anuncia proteccionismo. Hoy en día es imposible detener el comercio internacional, el e-commerce y la movilidad del capital. Esas ideas no funcionan, huelen a nostalgia.
Dar marcha atrás no es una opción realista. Se equivoca si cree que puede devolvernos el mundo que él imagina con ideas del siglo pasado. El mundo cambió, sus megatendencias no se detienen y el punto es cómo aprovecharlas.
A Petro le iría mejor -y al país también- si toma el camino del pragmatismo y del centro como lo han hecho Boric, Lula y USA en sus elecciones intermedias de antier en donde los grandes perdedores han sido los radicales: Kast, Bolsonaro y Trump.