Algo sobre
Por: José Romero Churio
El próximo 30 de mayo, día de la primera vuelta electoral para remplazar al presidente Álvaro Uribe Vélez, mi madre, doña Fernanda Churio viuda de Romero cumple 100 años de vida. Nació en el año 1910, en Villanueva, departamento de La Guajira, en el barrio El Cafetal. Su madre fue Leandra Churio y su padre Baltazar Amaya, así lo atestigua mi registro civil de nacimiento.
Fernanda (como acostumbramos a llamarla sus hijos) a la edad de 14 años conformó unión libre conyugal con Justiniano Romero en la población de Guacoche, a donde su madre la llevó pequeñita, para unirse con su nuevo compañero sentimental, con quien tuvo otro hijo cuyo nombre es Ramón Churio que actualmente tiene 97 años de edad.
Mi abuela Leandra sólo tuvo estos dos hijos, pero Fernanda tuvo otro medio hermano llamado Marco Lobato, q.e.p.d., hijo de mi abuelo Baltazar en la zona bananera quien, hasta donde yo sé, dejó cinco hijos, los cuales viven en Valledupar. En cambio tío Ramón tuvo varios medios hermanos hijos de su padre. Y tío Ramón procreó cerca de 50 hijos con diferentes mujeres.
Del enlace entre Justiniano y Fernanda nacieron doce hijos que de mayor a menor son: la primera nació en 1926 y se llama Dulcilia Petronila, casada con Tomas Alberto Martínez Redondo, quienes procrearon 13 hijos, nueve varones y cuatro mujeres, uno de los varones falleció; el segundo es Venancio Antolín, quien tiene ocho hijos, tres con Aura Márquez y cinco con Ider Mejía; la tercera fue Aminta Mercedes, según mi madre murió de ‘mal de ojo’ muy niñita; el cuarto es Guillermo Gonzaga quien tiene cinco hijos con Obdulia Bracho; la quinta es Beliza Francisca, casada con Juan Ortiz, q.e.p.d., tuvieron diez hijos, seis varones y cuatro mujeres, uno de los varones ya murió; el sexto es Hernán Enrique, contrajo nupcias con la cartagenera Tiburcia Maturana y tienen dos hijos y dos hijas; el séptimo fue Marcelo Adel, q.e.p.d., que yo sepa tuvo tres hijas con Martha Castañeda, cuatro con Ludys Daza, uno con Mercedes Rojas, q.e.p.d., y otros tres con distintas madres cuyos nombres no recuerdo; la octava es Herlinda Rosa, casada con Rigoberto Freite Molina y tienen dos hijos varones; el noveno es Hermes Augusto, tiene una hija con Sara Orozco y otra con su esposa la que falleció prematuramente de cáncer; El décimo es quien escribe, tengo dos hijos y dos hijas; la undécima es Josefina Dolores, casada con Boris Zapata, q.e.p.d., quienes tuvieron dos hijos y una hija; la última es Dora Celina, nacida en 1952 y tiene una hija llamada Fernanda de Jesús.
Fernanda fue muy respetuosa con Justiniano a pesar de que convivía con otras mujeres, a las cuales les trataba sus hijos con mucho cariño, incluso le crió una hija llamada Lucía Isabel que quedó huérfana muy niña, esta hermana vive en Toronto, Canadá, con su única hija, dos nietos y una nieta.
Fernanda es muy religiosa, creyente fervorosa de la Virgen María, todos los días de mayo mantenía una vela encendida al lado de su imagen, Y mientras pudo movilizarse acudía a la primera misa del día vestida de blanco con traje diferente; es decir, en su escaparate permanecían 31 vestidos de impecable color blanco.
Lo único que le exigió Fernanda a Justiniano fue el sostenimiento y facilitación del estudio de sus hijos, con los cuales fue muy rigurosa en el rendimiento escolar. En 1952 para que Guillermo pudiera terminar el bachillerato (que cursó hasta el cuarto año en el Colegio Loperena) en el Colegio Mayor de San Bartolomé de Bogotá, en donde no recibían alumnos sin reconocimiento paterno, tuvieron que registrar a todos los hijos en notaría. Y se casaron en 1958 para que una de las hijas pudiera estudiar en un plantel educativo de Bucaramanga regentado por religiosas.
El 30 de mayo, después que haya concluido la elección presidencial, a Fernanda su familia le hará un homenaje, por el panorama antes descrito se imaginarán la numerosa concurrencia. La celebración, si Dios lo permite, se hará en el traspatio de su casa que lo hemos adecuado para tan memorable fecha.
Sería mezquino no manifestarle mis agradecimientos a la enfermera Reinalda Molina Márquez, quien desde hace varios años es la encargada de cuidarla, manteniéndola limpia con su cuerpo sin ningún maltrato, también le agradezco a la señora Lourdes Montero Hernández sus servicios.